Como una victoria para el Gobierno fue presentada la aprobación por parte del Congreso del monto del Presupuesto General de la Nación para el 2016. Este quedó establecido en 215,9 billones de pesos, de acuerdo con la propuesta que hizo el Ejecutivo.
La luz verde otorgada no estuvo exenta de críticas. El punto fundamental es que los supuestos utilizados para calcular los ingresos y gastos públicos el próximo año difieren de la realidad.
Para comenzar, está el tema del desempeño de la economía. Las proyecciones oficiales plantean un crecimiento del 3,8 y 3,6 por ciento para este y el próximo año, respectivamente. No hay observador independiente que crea que tales números son factibles y como el recaudo de impuestos está atado a esa dinámica, suena difícil que se cumplan las metas establecidas.
Un segundo punto importante tiene que ver con los precios del petróleo Brent, establecido en 60 dólares por barril en promedio para el 2015 y casi 65 para el 2016. En este caso también el pronóstico puede fallar, especialmente en el presente ejercicio. Aparte de que hay una inmensa volatilidad en el mercado del crudo, la tendencia bajista es innegable, lo cual influirá sobre las utilidades de Ecopetrol, el contribuyente más importante de todos.
Por último está la tasa de cambio, que se había calculado en 2.480 pesos en promedio para el año actual y en 2.502 en el 2016. Aquí también pueden pasar muchas cosas, pero el escenario planteado no parece muy creíble. Un desfase grande puede afectar el monto del servicio de la deuda, por ejemplo.
Todo lo anterior plantea interrogantes sobre lo que viene. Falta aprobar las partidas específicas, pero tal parece que la victoria gubernamental servirá, a la larga, de poco.
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