El errático comportamiento que han sufrido los mercados en días recientes, debería ser motivo para recordarles a quienes se precian de predecir el futuro que en materia de cotizaciones no hay nada escrito. Por ahora, lo único seguro es que la volatilidad está de regreso. Y de qué manera.
Como es sabido, un buen número de plazas bursátiles han sentido en carne propia la descolgada en los precios del petróleo y la subida en las tasas de cambio. El descenso de los hidrocarburos se expresa sobre las compañías del sector, que han sido las grandes damnificadas de la nueva realidad imperante.
Mientras eso sucede, la economía estadounidense se ve vigorosa, por cuenta de un desempleo que va a la baja y del ahorro que les significa a los consumidores el menor valor del galón de gasolina.
En respuesta, el Banco de la Reserva Federal ha indicado que piensa subir sus tasas de interés más temprano que tarde, lo cual servirá para fortalecer el liderazgo del dólar.
Pero, mientras esas tendencias se consolidan, no es claro en dónde se encuentran los puntos de equilibrio. Por ejemplo, ayer el crudo experimentó un repunte, ante la percepción de que el ajuste de las semanas previas ha sido excesivo. Ello a su vez influyó sobre los títulos de las empresas petroleras, que recuperaron algo del camino perdido.
Colombia no fue indemne a lo sucedido. En apenas una jornada, el dólar perdió 34 pesos, mientras que acciones como las de Ecopetrol o Pacific Rubiales subieron notoriamente. Al final del día, el índice Colcap había aumentado en más de un cuatro por ciento.
Ante lo sucedido, los conocedores insisten en que la tempestad no ha pasado. Y hasta que ello no tenga lugar, los vaivenes serán la norma, por lo cual es mejor mirar los toros desde la barrera.
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