Aquello de que en el mercado de los productos básicos tan solo se necesita una crisis política para elevar las cotizaciones de una materia prima volvió a quedar confirmado ayer, después de que la situación existente en Irak se sintiera en los precios del petróleo, que llegaron a su punto más alto desde septiembre pasado.
Como es conocido, un movimiento insurgente de origen controla buena parte del país y amenaza con llegar hasta el propio Bagdad.
En respuesta, el régimen elegido democráticamente ha pedido ayuda, ante lo cual Estados Unidos podría responder con apoyo aéreo.
Pero más allá de la manera en que se resuelva la situación (a la que hay que agregar los ataques de la minería kurda que también capturó una importante ciudad) el mensaje de fondo es que el panorama para uno de los productores de crudo más grandes del mundo está muy convulsionado.
Por cuenta de la tormenta el panorama cercano del mercado de hidrocarburos ha cambiado.
Este ya se había visto afectado por lo que pasa en Libia, pero ahora, una posible afectación a la capacidad iraquí de cumplir con los contratos que ha firmado se siente sobre los cálculos de los analistas, particularmente si se tiene en cuenta el frágil equilibrio que hay entre oferta y demanda.
Ante lo que pasa, lo mas lógico es pensar que las naciones que son excedenta- rías en materia petrolera son las grandes ganadoras.
Y aunque es cierto que Colombia se puede ganar unos millones más en su factura de exportaciones, circunstancias como la ocurrida generan una gran volatilidad.
Y eso es algo que, en último término, no le sirve a nadie.