Y es que las noticias provenientes del Asia llevaron a que la mayoría de los mercados -con la notoria excepción del de Nueva York- tuviera un pobre desempeño, suficiente para ponerle un signo de interrogación a la recuperación en los precios de las acciones en las principales plazas.
El caso más complejo fue el de Tokio, en donde el índice Nikkei experimentó una descolgada del 7,3 por ciento, que cortó de un tajo con las rachas alcistas de los últimos meses.
La causa del tropezón fue el reporte proveniente de China que indica una menor actividad manufacturera, lo cual es síntoma de problemas en la segunda economía más grande del mundo, una eventualidad que puede tener efectos sobre el país nipón.
Tampoco ayudaron las palabras dichas por el presidente del Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos, Ben Bernanke, quien en una declaración ante el Congreso insinuó que la entidad a su cargo podría dejar de inyectarle liquidez al sistema, si los síntomas de recuperación se consolidan.
Bajo esa perspectiva, los meses de dinero barato y abundante estarían contados, un escenario que podría significar un alza en los intereses.
Tales cálculos, sin embargo, son meras especulaciones.
Si bien es cierto que la posibilidad de un cambio en la dirección de la economía global sigue latente, la verdad es que la realidad es la misma de antes y abundan las señales contradictorias. Puesto de otra manera, junto a la luces que indican un enfriamiento hay otras que llevan a pensar en una reactivación.
Como resultado, la volatilidad tiende a aumentar, ante lo cual el primer consejo es mantener la cabeza fría y no tomar decisiones apresuradas, pues una jornada en rojo no implica que el viento esté soplando en otro sentido.
