La reforma tributaria que presentó el Gobierno cubrirá las necesidades presupuestales del 2015 e incrementará el recaudo hasta el 2018. Sin embargo, creemos que los compromisos de gasto público que han surgido y una eventual disminución de la renta petrolera requerirán de mayores ingresos fiscales después del 2015, así que anticipamos una nueva reforma en los próximos dos años. No obstante, un menor ingreso petrolero no necesariamente se tendrá que cubrir con más impuestos en el corto plazo, debido a la Regla Fiscal, lo que implicará más endeudamiento público.
¿CUÁL SORPRESA?
El presupuesto de la Nación para el 2015 está desfinanciado en 12.5 billones de pesos y la propuesta de reforma tributaria busca cubrir ese faltante. Esto no fue sorpresa.
Hace mucho se sabía que la tarifa del 4 por mil bajaría a la mitad en el 2015 y que el impuesto al patrimonio se vencería a finales del 2014. El desmonte de estos impuestos significaba 8 billones de pesos menos de ingresos tributarios en 2015 (1% del PIB), incluidos dentro del faltante de 12,5 billones que mencionamos.
Claramente el Gobierno no podía dejar de percibir un recaudo de esa magnitud, pero solamente prorrogar el vencimiento de esos impuestos era insuficiente.
Incluso, el Marco Fiscal de Mediano Plazo publicado hace más de 4 meses ya revelaba la totalidad de ese faltante. En su momento advertimos que el rubro de ‘Otros’ ingresos tributarios, en donde los de mayor peso son el del patrimonio y el 4 por mil, era imposible de cumplir sin una reforma tributaria, pues pasaba de 13,8 billones de pesos en el 2014 a 19,1 billones en el 2015, que equivale a un crecimiento inverosímil de 38,7 %.
Sin reforma no se pueden recaudar esos 19,1 billones el próximo año, sino solo 6,6 billones (3,4 billones del 4 por mil, cero de impuesto al patrimonio y 3,2 billones del resto), o 12,5 billones menos, que es justo el valor del faltante presupuestal que mencionamos.
MÁS INGRESO POST-2015, PERO NO ALCANZARÁ
La reforma también asegura un mayor recaudo del 2016 al 2018 para ser consistente con las proyecciones de ingresos tributarios del Gobierno durante esos años.
No obstante, creemos que las necesidades de gasto público que han surgido en los últimos años requerirán de mayores ingresos fiscales después del 2015 y anticipamos una nueva reforma tributaria en los próximos dos años, sin descartar una antes de finalizar el próximo.
Fedesarrollo estima que estos nuevos gastos equivalen a casi 2,1 % del PIB por año, entre los que se destacan los compromisos con el sector agropecuario, la reforma y capitalización al sistema de salud, los aumentos de cobertura pensional, y la inversión en educación y en el programa de Primera Infancia.
Estos gastos no incluyen los que surgirían de un acuerdo de paz. Indudablemente, el fin del conflicto aumentará el crecimiento potencial de la economía, pero creemos que el impacto se sentirá en el mediano plazo, pues una porción significativa de las mejoras en la confianza inversionista ya se ha ganado en los últimos 10 años y porque dudamos que la liberación de recursos que hoy se destinan a defensa se materialice en el corto plazo.
Además, el Estado tendrá que sufragar los compromisos de gasto que resulten de un acuerdo (desconocidos actualmente) y los de reparación a las víctimas (no hay estimación precisa, pero podrían superar los 60 billones de pesos en 10 años o casi 10 % del PIB).
Lo anterior no es compatible con las proyecciones de gasto público del Gobierno, que bajará de un máximo de 19,5 % del PIB en 2014 y a 18,7 % en 2018, y a 17,1 % en 10 años. El déficit fiscal proyectado (la diferencia entre ingresos y gastos) sí es consistente con el cumplimiento de la Regla Fiscal, es decir, 2,4 % del PIB en 2014, 2 % en 2018 y 1 % en 10 años. La Regla exige que estas diferencias entre las sendas de gasto e ingreso se cumplan en el futuro, así que cualquier adición al gasto se debe financiar con más ingresos tributarios y no con más endeudamiento que resultaría de un mayor déficit.
MENOR RENTA PETROLERA NO SE SUSTITUIRÁ SOLO CON IMPUESTOS
La reciente caída de los precios del petróleo también podría requerir de mayores ingresos tributarios, aunque no es obvio.
La Regla Fiscal está diseñada para dar flexibilidad al déficit fiscal en momentos en que los precios o la producción de petróleo se desvíen de los supuestos estructurales que determina su Comité Consultivo.
Por ejemplo, si los precios del petróleo llegaran a ubicarse el próximo año por debajo del supuesto estructural de 98 dólares por barril, la Regla Fiscal permitirá que el déficit fiscal observado sea mayor al déficit estructural exigido. El déficit estructural es aquel que se observaría si los precios y la producción de petróleo se situaran en el mismo nivel del supuesto estructural. En consecuencia, menores precios del petróleo y menores cantidades producidas con respecto a los supuestos estructurales, se podrían financiar en buena parte con mayor deuda y no con más impuestos.
Dado que esos recursos provienen de un sector transable, cuyo producto se negocia en dólares, un mayor endeudamiento preferiblemente debería denominarse en moneda extranjera para mantener el calce cambiario, sin desconocer los posibles efectos revaluacionistas que se podrían producir en el futuro.
Sin embargo, es factible que el Comité Consultivo de la Regla Fiscal revise a la baja los supuestos de precios y producción de petróleo para los próximos años, lo cual podría requerir de una nueva reforma para recaudar más impuestos.
Andrés Pardo Amézquita
Gerente de Investigaciones Económicas de Corficolombiana