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Coyuntura / Agricultura ‘enjaulada’

El agro colombiano, con pocas excepciones, mira exclusivamente al consumo interno y encuentra un mercado saturado, lo que resulta en las movilizaciones por todos conocidas.

Redacción Portafolio
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Redacción Portafolio

A mis manos ha llegado un documento titulado ‘Una nueva estrategia para revitalizar el campo colombiano’.

En realidad, es el pensamiento del ministro Rubén Darío Lizarralde sobre lo que considera debe ser el camino a seguir en el inmediato futuro, teniendo en cuenta el poco tiempo que tiene para desarrollar una verdadera política agropecuaria.

De todas maneras, es valioso que haya plasmado un marco orientador.

El documento plantea que el sector ha perdido protagonismo y que su crecimiento está por debajo de otros sectores; esto en realidad lo confirma la evolución del PIB agropecuario frente al nacional: 2010: 0,12 por ciento (-4%); 2011: 2,64 por ciento (-6,6 %); 2012: 2,83 por ciento (-4,2 %) y para el 2013, tomando enero a septiembre, el crecimiento agropecuario fue de 6,1 por ciento, respaldado en gran parte por el café, que creció 30,1 por ciento, mientras el nacional fue de 3,9 por ciento.

Aquí vale la pena detenerse y, sin ser exhaustivo, analizar algunas causas, que pueden ser de utilidad.

Colombia cuenta con una agricultura de estructura bastante rígida, por cultura de arraigo, así como por tamaño de los productores y falta de inversión.

El 90 por ciento del área sembrada está en alimentos, nueve cultivos cubren el 84 por ciento y cinco cultivos cubren el 62 por ciento (café 17 %, maíz 13 %, arroz 12 %, caña 10 %, plátano 10 %, palma 8%, frutales 6 %, papa 4 % y yuca 4 %).

El café cubre la no despreciable extensión de alrededor de 708 mil hectáreas y se encuentra en zonas específicas de pequeños productores con sentido exportador, tradición, cultura y poder.

Esta situación es un modo de vida regional, por lo que en las crisis siempre se prefiere el subsidio que encontrar una alternativa más rentable.

El maíz, como el café, es una tradición principalmente campesina muy arraigada a la cultura y la alimentación; es así que en el 2012 tan solo 157 mil hectáreas fueron de maíz tecnificado, de un total de 527 mil que se sembraron.

Algo más de las 500 mil hectáreas de arroz que se siembran en muchos departamentos, principalmente Tolima, Huila y de los Llanos, tienen enquistada una cultura que continua sólida a pesar de las amenazas de los tratados comerciales.

Del 10 por ciento del área que ocupa la caña, la mitad es panelera, así como el plátano, la papa y la yuca son de gran arraigo campesino y básicos para la alimentación de los colombianos.

Los frutales se encuentran principalmente en pequeños cultivos y bastante dispersos.

Solamente, la palma y la caña de azúcar son cultivos industriales con grandes inversiones de capital y con vocación exportadora.

Esta rigidez productiva demuestra que se produce casi exclusivamente para el consumo nacional.

Es así como la producción de alimentos tiene un crecimiento vegetativo y se ha estancado en alrededor de 25 millones de toneladas desde el 2007 hasta el 2011, ya en el 2012 creció alrededor de 26 millones de toneladas, por aumento en las producciones de caña de azúcar, caña panelera y plátano.

La situación antes descrita permite concluir que somos una agricultura “enjaulada” que, con pocas excepciones, mira exclusivamente al consumo interno y encuentra un mercado saturado sin válvulas de escape, lo que resulta en las movilizaciones por todos conocidas.

Con inmensa torpeza, el Gobierno ha querido solucionar el malestar campesino, con subsidios perversos y con intervenciones directas en la comercialización, para lo que no está preparado, lo que resultó en pérdidas económicas importantes (caso parecido a las basuras de Petro).

El actual Ministro llegó tarde para haber planteado los ‘subsidios inteligentes’ y razonables intervenciones mencionadas en su documento.

Sin tener la última palabra, en primer lugar, se considera que, por ser la agricultura colombiana de pequeños productores, es hacia ellos donde se debe enfocar inicialmente la política.

El Ministro así lo plantea en su documento y menciona como puntos importantes: las alianzas estratégicas, la innovación tecnológica, la sanidad agropecuaria, la información de mercados e infraestructura rural, como distritos de riego y centros de acopio.

Es importante así llevar a los pequeños productores hacia la modernidad, de tal forma que sean más competitivos y eficientes; obviamente hay que solucionar externalidades como el exagerado costo de insumos.

Sin embargo, aquí vale la pena insistir e indagar dónde se quedó encajonado el proyecto de ley de desarrollo rural que, en su esencia, podría darle un gran empuje al desarrollo de los territorios rurales.

Sería increíble que una iniciativa como esta, de corte esencialmente social rural, hubiese sufrido un veto en La Habana o estuviese trancada en una consulta poco representativa.

En segundo lugar, ya se ha visto que la agricultura colombiana está ‘enjaulada’ y su espacio para crecer se encuentra fuera de esta jaula a través de grandes inversiones y en grandes desarrollos, ojalá en alianza con medianos y pequeños productores (el Ministro sí sabe de esto).

Aquí se presentan dos cuellos de botella.

Primero, es necesario darle claridad al problema de tierras. Es así como el Ministro plantea un punto de formalización de la tenencia y propiedad de la tierra en su documento.

Segundo, los inversionistas nacionales que están dispuestos a poner capital al sol y al agua en el campo colombiano no son suficientes y, como pasó en Brasil, es necesario abrir espacio a la inversión extranjera y darle la seguridad jurídica necesaria. Está bien poner restricciones a la propiedad para ellos, pero, paralelamente, se deben aplicar diferentes alternativas que permitan el desarrollo de sus actividades, sin ser propietarios.

No se le debe tener miedo a la inversión extranjera en el agro.

Miremos sectores como el financiero, el de servicios, el industrial, petróleo, etc., que gracias a la inversión extranjera han tenido gran progreso, destacando el tecnológico.

Para crecer hay que abrir la ‘jaula’, para que entre la modernidad a los pequeños productores, así como la inversión extranjera. Eventualmente, la producción saldrá también a los mercados externos y no solamente se quedará en el saturado mercado interno.

Luis Arango Nieto

Exviceministro de Agricultura

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