El costo beneficio de la paz en un país como Colombia se estima que es altamente positivo, tanto en lo económico como en lo social.
Desde la óptica económica, los empresarios tendrán la oportunidad de reducir los riesgos de inversión por el factor violencia y sobornos, lo cual redunda en menores costos y mejoramiento de la competitividad.
A pesar que la inversión extranjera viene mostrando una importante dinámica que ha llegado a niveles históricos en los últimos años, todavía existe el temor de invertir en el país por los problemas de seguridad que aún nos aquejan.
Desde el momento en que se firme la paz y finalice se el conflicto armado será posible convertir a Colombia en una plataforma significativa de inversión de largo plazo con visión exportadora para atender con mayor facilidad el mercado norteamericano, europeo, asiático y sudamericano por la localización estratégica del país, y por las bondades que se ofrecen a la inversión extranjera cuando ella es generadora de empleo.
MEJORES CONDICIONES
De otra parte, lograr que cesen los secuestros, los cobros por extorsión y los ataques a la infraestructura económica es dar un salto seguro hacia la meta de ampliar y mejorar la base económica, creando así condiciones más favorables a la inversión en los distintos sectores económicos, dado que se irá en la vía correcta de mejorar la logística y reducción de costos en la movilización de mercancías, y sobre todo, de brindar confianza a la actividad empresarial.
Ahora, es innegable el impacto que el proceso de paz tendrá sobre el turismo en la medida que en muchos países tienen alertas sobre Colombia por los riesgos de seguridad.
Remover estas restricciones permitiría que el flujo de viajeros extranjeros hacia el país crezca significativamente por encima del promedio mundial, dada la inmensa y diversa riqueza que en este campo contamos.
También la economía se favorecerá al evitar que los jóvenes sean reclutados por las fuerzas al margen de la Ley.
Así, será posible profundizar aún más los programas de emprendimiento e innovación que conlleven a generar una base empresarial liderada por jóvenes que apunten a la transformación estructural de la economía urbana y rural con alto contenido de valor agregado.
Menor cantidad de jóvenes en el conflicto es contar con mayor creatividad positiva para aprovechar las oportunidades que ofrecen el mercado interno y externo.
Claro, ello debe estar acompañado en mejoras, tanto en la calidad como en la cobertura, de la educación tecnológica y universitaria.
Desde el punto de vista social son todavía mayores las ganancias.
El solo hecho de reducir las pérdidas de vidas humanas al terminarse el conflicto armado es poder dignificar la vida en Colombia, la cual ha estado afectada por más de medio siglo.
Cada ser que muere en forma violenta genera en las familias deseos de venganza de nunca acabar. Por eso, el resentimiento profundo de quienes han sido víctimas de la violencia que quisieran que la guerra no termine para tener la oportunidad de vengar a sus seres queridos.
Esta historia es urgente cambiarla.
Si bien, consolidar la paz no es un proceso de corto plazo, en el mediano y largo plazo va a permitir dedicar importantes recursos del Estado para la inversión social en educación, salud, en el mejoramiento de las condiciones de vida en el campo, en la construcción de una infraestructura moderna de comunicaciones en el sector rural, entre otros aspectos positivos.
Contar con una sociedad reconciliada es la mejor forma de reconstruir el tejido social en un país como Colombia, lo cual permitiría encauzar los esfuerzos hacia la solución de los problemas como la desigualdad, la pobreza y la indigencia que nos afectan seriamente.
Así mismo, terminar el conflicto armado contribuiría a desactivar también la violencia común que muchas veces se ampara en los grupos armados al margen de la Ley para cometer atrocidades.
PROGRESO SOCIAL
En definitiva, desarrollar una sociedad en paz tiene claras ventajas económicas y sociales que en conjunto jalonan el progreso integral, máximo si van acompañadas de políticas y programas orientados a promover una sociedad más igualitaria y con mayor bienestar.
Es necesario desactivar la violencia para dinamizar el desarrollo económico y social.
Lo anterior será posible a través de educación de calidad que les abra oportunidades ciertas a los jóvenes en materia de emprendimiento e innovación y empleo; de un sistema de salud que se oriente a prevenir enfermedades y a brindar adecuada atención a la población que lo requiera.
También se requiere de una transformación del sector rural que incorpore tanto el mejoramiento de la productividad con mayor valor agregado, al igual que altas inversiones para mejorar las condiciones de vida de la población rural nacional, donde el porcentaje de pobreza es mayor.
Jesús Antonio Vargas Orozco
Economista - Administrador Público