Para el 2050, se estima que la población mundial ascenderá a 9 mil millones de habitantes, es por eso que enfrentaremos un doble desafío: asegurar que cada habitante tenga acceso a una alimentación nutritiva y a precios accesibles, sin diezmar los recursos naturales durante el proceso.
Pero sabemos que esto es más fácil decirlo que hacerlo. Nuestro sistema alimentario actual es disfuncional, tanto por su impacto en la gente como en el planeta. A menos que cambiemos el curso de acciones, nuestro objetivo para enfrentar este desafío podría fallar.
En la actualidad, millones de personas casi no tienen para comer y miles de millones no consumen los nutrientes necesarios para estar saludables. Las organizaciones para la alimentación de la ONU - Organización para la Alimentación y la Agricultura (OAA), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) - han publicado recientemente sus reportes anuales del 2014 sobre la inseguridad alimentaria. Estos informes hacen hincapié en el hecho de que a pesar de existir algunas evidencias de progreso -805 millones de personas o 1 de entre 9 - aún se registran porcentajes de habitantes que padecen hambre.
Cada año, 162 millones de niños tienen problemas de crecimiento a causa de una alimentación pobre, el 97% viven en países en desarrollo, atrapando a las comunidades en un círculo de pobreza y mala salud. Las consecuencias de una dieta pobre en nutrientes pueden ser devastadoras. Los niños desnutridos suelen comenzar sus actividades escolares más tarde, tener niveles muy bajos de concentración y bajos puntajes en las evaluaciones de habilidad cognitiva. Muchos de ellos llevan esta carga por el resto de sus vidas.
De acuerdo con los datos de la OMS, 2 mil millones de personas sufren de deficiencia de hierro, lo que conlleva a padecer de anemia. Más de 250 millones de niños sufren de deficiencia de vitamina A, lo que representa un desafío enorme para la salud pública en más de la mitad de los países del mundo (más de medio millón de personas quedan ciegas como consecuencia de estas deficiencias). La mitad de estos chicos fallecen dentro de los 12 meses de iniciada la ceguera.
Por otro lado, 1.300 millones de personas son clasificadas como obesos o sufren sobrepeso, impulsados por un sistema alimentario que no solo perjudica el cuerpo sino también el entorno. Si la tendencia en adoptar las dietas occidentales continúa, el impacto de la producción de alimentos por sí sola alcanzará, o hasta podría exceder, los niveles globales de gases de efecto invernadero.
Nuestro sistema agrícola actual es ineficiente; seguimos arrasando con los bosques tropicales para lograr la expansión agrícola y ello contribuye al 12% del calentamiento global diario. Y la mayoría de los alimentos que producimos, los desechamos. Las cifras que brinda el Institute of Mechanical Engineers afirman que casi 2 mil millones de toneladas de alimentos (50% de todo lo que producimos) nunca llegan a la mesa de los consumidores.
Lo que significa una crisis para algunos, puede ser una catástrofe para muchos en el futuro dados los efectos del cambio climático - que ya está generando hambruna, transformando el rendimiento de los cultivos, aumentando los precios y los índices de inseguridad alimentaria para un gran número de habitantes en todo el mundo. Y no sólo escasean los alimentos, sino también los nutrientes a medida que avanza el cambio climático.
Un estudio realizado por la Harvard School of Public Health reveló que el aumento en los niveles de CO2 provoca una notable reducción de los nutrientes vitales en los alimentos básicos, lo que hace que los cultivos fundamentales como trigo, arroz y soja sean menos nutritivos para millones de personas en los países en desarrollo. Si estas tendencias climáticas y socio-económicas continúan, se espera que para el 2050 aumente diez veces el número de niños desnutridos, solamente en África.
En este contexto, los líderes mundiales se reúnen en el Climate Summit, que se lleva a cabo en Nueva York, con el fin de asegurar el compromiso sobre el cambio climático para el próximo año. Durante la misma semana y en la misma ciudad, las reuniones gubernamentales en la Asamblea General de la ONU revisarán las propuestas de los objetivos de desarrollo mundial post 2015 que tiene como objetivo erradicar la pobreza y la hambruna.
Si fallamos en actuar, corremos el riesgo de sufrir una fuerte caída en la que la pobreza y el impacto climático se retroalimentan. Las comunidades más pobres son las que sufrirán las peores consecuencias del cambio climático, incluso un aumento de la hambruna y malnutrición en tanto escaseen los cultivos y medios de subsistencia. La pobreza es una causa del cambio climático, en tanto las comunidades desesperadas recurren al uso no sustentable de los recursos naturales para satisfacer sus necesidades.
Sin embargo, hay un camino alternativo. En vista del cambio climático, nuestros sistemas alimentarios básicos deben rediseñarse para producir alimentos nutritivos de manera más sustentable para aumentar el desarrollo humano. Esto significa dar apoyo a los pequeños agricultores en todo el mundo para que tengan la posibilidad de cultivar, vender y consumir alimentos más nutritivos; significa transformar aquellas tierras degradadas en campos productivos; producir alimentos básicos fortificados con nutrientes esenciales como hierro y zinc; y desarrollar recursos alimentarios alternativos. Significa incrementar las intervenciones sustentables que ya sabemos que funcionan perfectamente, como la importancia de la lactancia para infantes. Todo esto puede cumplir un rol en la reducción de los índices de desnutrición o reducir la huella de carbón en la producción de los alimentos que consumimos. Todo dependerá de la ambición, la innovación y el liderazgo.
Tenemos orígenes diferentes, pero compartimos la creencia de que solo si se unen las empresas, la sociedad y los gobiernos, se pueden encontrar soluciones que puedan escalarse para generar el máximo impacto. Los países, las compañías y las ONG pueden crear un futuro mejor liderando con el ejemplo y con una acción catalizadora entre sus pares o industrias. Sin embargo, necesitamos objetivos ambiciosos y una visión común. No podemos hablar del hambre sin encargarnos del cambio climático, de la producción de alimentos sin sostenibilidad o del crecimiento sin una buena nutrición.
Mientras el cambio climático y los objetivos de desarrollo se debaten, y durante los meses subsiguientes, se deberá considerar la conexión entre estos temas. Un futuro más saludable y sustentable es posible. Pero el vínculo entre la sustentabilidad, los alimentos y la salud deben tratarse en conjunto si vamos a mejorar el sistema alimentario global.
Paul Polman, CEO Global de Unilever y Marc Van Ameringen, director ejecutivo del Global Alliance for Improved Nutrition.