La ausencia de la representación política de las izquierdas no solo tendría un efecto devastador para ellos mismos, sino que significaría una pérdida mayúscula de pluralismo en la democracia.
Las elecciones del 2014 podrían marcar el fin de la representación política de la izquierda en el Congreso colombiano, debido a una combinación peligrosa y desafortunada del aumento del umbral electoral al 3 por ciento, y la división aguda de las distintas corrientes del espectro político.
La desaparición de la representación política de las izquierdas no solo tendría un efecto devastador para ellos mismos, sino que significaría una pérdida mayúscula de pluralismo en la democracia colombiana.
La inminente división de las fuerzas agrupadas en el Polo Democrático en dos o tres corrientes distintas (el Polo, los progresistas y la marcha patriótica) podría llevar a que ninguna de las tres agrupaciones alcanzara el necesario 3 por ciento establecido en la reforma política del 2009, y perdieran no solo su representación en el Senado, sino, incluso, su personería jurídica.
La reforma política del 2009, introdujo una modificación al sistema de umbrales y al método de repartición de curules adoptado en el 2003 como mecanismo para superar la creciente fragmentación del sistema de partidos.
En el Acto Legislativo 1 de 2003, se adoptó un umbral del 2 por ciento para obtener la personería jurídica y se estableció el mismo requisito para poder entrar en la repartición de curules en el Senado. En la reforma política del 2009, ese umbral se subió al 3 por ciento a partir de las elecciones del 2014.
Esto equivaldrá, en la práctica, a que se deben obtener, al menos, 450.000 votos, si se toma como base una votación válida para Senado de 15 millones.
La izquierda unida obtuvo 708.664 votos en el 2006, y 4 años después 824.948 ciudadanos los acompañaron en las urnas. Su participación electoral osciló, en ese lapso, de 8,2 a 7,8 por ciento. Las probabilidades de que la izquierda dividida en tres consiga superar el nuevo umbral resultan bastante dudosas.
En la lista del Polo Democrático al Senado estarían Jorge Enrique Robledo, Parmenio Cuéllar y Alexander López, cuya votación combinada alcanzó cerca de 240.000 votos.
Esta lista podría ser reforzada por la presencia de Iván Cepeda como cabeza de la lista, pero no es tan fácil que ello se traduzca en un número significativo de votos nuevos; más bien, podría recortar la excelente votación del senador Robledo en el 2006 (165.000 votos). La presencia de Clara López en la lista tampoco sería fácil, dado que dejaría al Polo sin carta para la campaña presidencial, excepto que hubiese un enroque con el senador Robledo y este fuera el candidato presidencial.
La votación previsible de una lista del Polo, conformada de esta manera, podría superar los 300.000 sufragios, pero difícilmente alcanzaría los 450.000 requeridos para sobrevivir.
La lista de los progresistas cuenta con un arranque aún más bajo, pues en esta lista estarían los senadores Luis Carlos Avellaneda, Jorge Eliécer Guevara, Mauricio Ospina y Camilo Romero, cuya votación redondeó los 180.000 votos.
Esta lista podría ser reforzada con la presencia de Antonio Navarro, pero, al igual que en el caso de Clara López, esto privaría al partido de su mejor carta para una campaña presidencial. Incluso con un empujón fuerte desde la administración de Gustavo Petro, las opciones no parecen suficientes.
La marcha patriótica es un movimiento todavía etéreo, y no es claro que tenga lista propia para los comicios del 2014.
En caso de tomar una decisión al respecto, harían parte de esa lista Gloria Inés Ramírez, Hernando Hernández, Gloria Cuartas y Carlos Lozano. Esta agrupación arrancaría con una votación aún más baja, de acuerdo con las cifras del 2010, alrededor de solo 60.000 votos. La agrupación tendría la ventaja de contar con fuerzas políticas en las regiones que, hasta ahora, no han actuado en la vida electoral.
Si la marcha patriótica decide mantenerse en el Polo tampoco es claro que, aun con ellos, se superen los 450.000 votos requeridos.
Si ninguna de las fuerzas de izquierda llega al Senado, la democracia colombiana quedaría herida en su legitimidad y credibilidad.
Más grave aún, es probable que otras fuerzas corran la misma suerte, pues ni el Mira ni los verdes están en condiciones hoy de alcanzar el mencionado umbral.
El Mira obtuvo 324.000 votos en una lista cerrada, y los verdes, en su mejor momento político, sacaron 521.000. Su permanencia como fuerzas políticas también está en riesgo.
Evitar que esto suceda debe ser un propósito no solo de los militantes de esas organizaciones, sino de todas las fuerzas democráticas.
Las soluciones no son fáciles. La primera sería regresar el umbral al 2 por ciento, pero ello implicaría una reforma constitucional, y en las actuales condiciones eso sería abrir la caja de Pandora.
La segunda alternativa es la aprobación de un estatuto de la oposición, que establezca unas condiciones de favorabilidad y discriminación positiva (por ejemplo, una excepción al umbral para partidos de oposición como garantía del pluralismo democrático).
El Gobierno Nacional ya intentó –infructuosa- mente– concertar una iniciativa en este sentido con el Polo. Dadas las actuales circunstancias, valdría la pena insistir en el estatuto, aunque sin pasar por el veto de una izquierda, que a veces, parece más interesada en decir que aquí no hay garantías, que en ayudar a construirlas.
El presidente Santos ha dicho que tiene las llaves de la paz. No tendría sentido que para el 2014 no se usaran para asegurar que, quienes han entrado en el juego democrático, puedan permanecer en él.
Juan Fernando Londoño
Director Centro de Análisis Político