Después de cerca de medio siglo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) realizaron, por segunda vez, los encuentros anuales de sus juntas de gobernadores en Latinoamérica, en Lima, Perú. Aprovecho la ocasión para felicitar a las autoridades peruanas por la excelente e impecable organización del evento –incluyó, entre otros aspectos, la inauguración de su Centro de Convenciones de Lima, de primer nivel mundial–. Considero que la positiva experiencia de esta reunión impactará en que los dos organismos de Bretton Woods esperarán mucho menos de cinco décadas para hacer de nuevo esta reunión en la región. De las conferencias, en las cuales estuve presente, quiero resaltar varios aspectos relevantes para nuestra región.
Primero, para los próximos años, se proyecta un moderado crecimiento global, en el cual la principal característica es el reto en materia de productividad para el largo plazo. Esto queda consignado en el Reporte de Perspectivas Económicas Globales del FMI (http://www.imf.org/external/ns/cs.aspx?id=29).
Segundo, en el corto y mediano plazo, hay puntos importantes que resolver en materia de estabilidad macroeconómica. De un lado, el mundo desarrollado enfrenta un lento proceso de recuperación, con un importante nivel de endeudamiento y una política monetaria a máxima capacidad de acción que enfrenta de paso el fantasma de la deflación. Esto es evidente, por ejemplo, en la eurozona, la cual representa 16 por ciento de la economía global. La hoja de balance del Banco Central Europeo ha incrementado su tamaño con los programas compras de activos hasta representar 25 por ciento del PIB de la eurozona. Con los pronunciamientos recientes, incluyendo el de Jackson Hole, y el del 22 de octubre, este nivel podría llegar a 32 por ciento en el 2016, y superaría la participación de la hoja de balance de la Reserva Federal en el PIB estadounidense (27 por ciento); aunque no la del Banco de Japón en el producto japonés (68 por ciento).
Tercero, el mundo emergente enfrenta problemas derivados del enfriamiento de su actividad económica y está pasando por una prueba notable de confianza, si bien no enfrenta el riesgo de deflación.
Un aspecto notable de la publicación de ‘Perspectivas Económicas Globales’ fue la revisión a la baja de la proyección de crecimiento para la región latinoamericana en el 2015 y el 2016 (ver gráfica), una de las más grandes en términos relativos en el mundo emergente y en desarrollo. Coincido con la apreciación de varios hacedores de política económica y analistas, referente a que el FMI está muy pesimista respecto de la región. Si bien la economía regional experimenta un choque importante en términos de intercambio y expectativas de incremento de tasas de interés internacionales, esta ha progresado notoriamente en cuanto a estabilidad macroeconómica.
De lejos, la situación de nuestra región es diferente de la presentada antes de la crisis asiática, o décadas atrás cuando se hizo la penúltima reunión del FMI-BM en la región. América Latina, en su conjunto, ha experimentado un progreso en materia de institucionalidad de la política monetaria y fiscal, lo cual hoy se refleja en la credibilidad y capacidad de acción. Si bien Brasil está pasando por una gran dificultad de tipo idiosincrático, un eventual fuerte deterioro de esta economía tendría un efecto acotado sobre la región, puesto que creo que el mercado internacional distingue a los países de acuerdo con sus fundamentales macroeconómicos. En la actualidad, hay naciones de la región que se han graduado como economías estables en el mundo emergente. Para la muestra están los países de la Alianza del Pacífico.
Una razón adicional para conservar el positivismo en Latinoamérica es que China es nuestro principal riesgo, pero, tal como lo corrobora el propio FMI en su reporte, el escenario base para esta economía sigue siendo el de un “aterrizaje suave”.
Finalmente, los recientes datos de la economía norteamericana sugieren un retraso en el inicio del incremento de tasas, así como una mayor gradualidad en su proceso de normalización. Este hecho da un compás de espera para seguir recuperando espacios de política económica en varios países de la región.
En síntesis, ya no somos flor de un verano, ni de dos…
Ana María Carrasquilla
Presidenta Ejecutiva del Flar
Con la colaboración de Carlos Giraldo, director de Investigación y Desarrollo del Flar