Es creciente la preocupación del mundo empresarial con la cuestión ambiental. No solo por los estragos causados sino por la escasez de energía, materiales, alimentos y agua, ya evidente en muchas regiones del mundo.
Según un reciente informe de la ONU, para el 2050 el total de la población mundial se incrementará en cerca del 50 por ciento, crecimiento que redundará en la clase media en nada menos que 2.500 millones de personas adicionales, que demandarán más bienes y servicios.
Como los recursos naturales son los mismos, se va a producir una enérgica presión alcista en los precios de las materias primas, sobre todo en las no renovables. Y ni hablemos de los efectos nocivos para el ecosistema que protege la tierra.
Hasta el momento, los asuntos ambientales solo han sido un problema para la mayoría de los empresarios. Por ejemplo, con los residuos, el primer impulso fue tirarlos, lo cual produjo costos sociales y ecológicos y solo después se decidió asumir ciertas obligaciones para reciclar, proceso que generó costos internos que difícilmente se pudieron recobrar. Por otro lado, el sector empresarial emprendió meritorias campañas buscando racionalizar el uso de energía y de materiales y ha tratado de reducir las emisiones y deshechos, pero, con pocas excepciones, los resultados económicos han sido insuficientes. No obstante, han tenido que continuarlos por las crecientes regulaciones gubernamentales y en otros casos para asumir y cumplir sus responsabilidades ambientales. Los gerentes han tenido que diseñar nuevas mediciones, como la del triple desempeño, que establece que la gestión integral de una compañía debe generar tres tipos de beneficios: económico, social y ambiental.
Sin lugar a duda, la mayoría han optado por mejorar su comportamiento ambiental, pero desafortunadamente, pocas veces han enfocado el problema como una oportunidad para competir. En cambio, se han concentrado en mejorar sus rendimientos y disminuir impacto ecológico, labor que les permite obtener algunos resultados, pero con este tipo de estrategias es ilusorio ser más rentable y competitivo.
Para triunfar es requisito cambiar de mentalidad y forma de actuar; se debe convertir la actual crisis en una oportunidad. El fenómeno ecológico no se puede seguir gestionando con las usuales tácticas de mejoramiento, sino que será necesario innovar en procesos, materiales y diseños y así convertir nuestra estrategia ambiental en una verdadera ventaja competitiva.
Es preciso cambiar paradigmas para, en vez de escoger entre responsabilidad ambiental o desarrollo corporativo, aprender el genio de la agregación, que propende por el crecimiento económico a un costo ambiental nulo o sustancialmente menor.
El directivo que aspire a prosperar en un entorno enredado por la escasez de recursos y el agravamiento de la contaminación no puede ir a la zaga del cambio, sino que debe encabezar la transformación, aplicando lo que mejor sabe hacer: solucionar problemas complejos mediante la construcción de salidas ingeniosas que generen valor y riqueza para todo su entorno. Veamos algunos ejemplos de como se genera valor ambiental:
* No disminuya consumos de energía eléctrica, utilice alternativas renovables como la solar o eólica.
* Sustituya los combustibles fósiles de sus máquinas por energía continua.
* Use una pequeña gama de elementos: cuanto más perfecto es el sistema, menos elementos requiere para funcionar. Si se utilizan menos se facilita el reciclaje.
*Reconsidere los diseños: la pregunta correcta es: ¿qué diseño se ajusta a nuestras especificaciones de producto utilizando los materiales que ambientalmente ya aprobamos?
* Recicle para mejorar en forma virtuosa: cuando un organismo muere, la biosfera recupera sus materiales y los reinserta en sus procesos de producción. Es un reciclaje virtuoso, llamado ‘upcycling’, que mantiene el valor de los materiales entre una generación y otra.
*Reconsidere la relación cliente-proveedor: Los clientes podrán llegar a desempeñar un doble papel: compradores y proveedores de los insumos. Será necesario replantear las gestiones de abastecimiento, ventas, logística y servicio al cliente. Pero si los consumidores son a la vez proveedores, su gestión de la fidelización será más simple.
Y descubrirán más y más oportunidades a medida que sus directivos comprendan el concepto de valor ambiental.