Haití es, dolorosamente, un ejemplo trágico y palpable de las secuelas que han significado para un pueblo el dominio colonial y el control político por parte de gobernantes que se han enriquecido dejando sumido al país en la miseria.
Los análisis acerca de la tragedia que vive Haití destacan la vulnerabilidad de dicho país frente al fenómeno telúrico y enfatizan el efecto perverso que tuvo el gobierno dictatorial y corrupto de la familia Duvalier. Pero ha sido notable la ausencia de referencias a factores históricos que a lo largo de los siglos postraron a dicho país.
Tras lograr la independencia de Francia en 1804 y proclamar la libertad de los esclavos, Haití padeció el bloqueo militar impuesto por Francia a la naciente república (primera experiencia democrática de un pueblo liberado de la esclavitud), y Francia le impuso el pago de reparaciones, las cuales estuvieron vigentes hasta 1947.
Posteriormente Estados Unidos sustituyó a Francia en el control de la nueva república, pero no la reconoció como tal por temor a que cundiera el mal ejemplo de libertad de los esclavos. Además decretó un embargo comercial a Haití y le exigió pagar las reparaciones a Francia como condición para no declararle la guerra y solo después de 60 años, con la llegada de Abraham Lincoln a la presidencia, Estados Unidos reconoció la independencia de Haití.
El presidente Aristide exigió a Francia devolver los pagos efectuados entre 1825 y 1947, que a su juicio ascendían a 21 mil millones de dólares, cifra muy superior a los 900 millones de deuda externa de Haití y al total de las ayudas recaudadas con ocasión del terremoto.
Llama la atención que Estados Unidos convalidara las sanciones económicas de Francia sobre Haití, cuando en el caso de la independencia de Cuba frente a España, lograda con apoyo de Estados Unidos, este país se opuso a que España trasladara a Cuba la obligación de pagar deudas del periodo colonial.
En las negociaciones del Tratado de París de 1898, que selló la independencia de Cuba, Estados Unidos impuso la teoría de la Deuda Odiosa, según la cual los países no pueden ser obligados a reconocer deudas contratadas por regímenes ilegítimos y sin consulta a la población.
Derrotado en Venezuela Bolívar llegó a Haití donde fue acogido por el presidente Alexander Petion quien además de hospitalidad le ofreció recursos para que retornara a continuar su lucha independentista contra España; con la condición de que una vez que triunfara, liberaría a los esclavos: en medio de la campaña libertadora Bolívar prometió liberar a los esclavos que se sumaran a su causa, (lo cual también había ofrecido el jefe realista Barreiro); pero culminada su obra de independencia no cumplió, quizá porque no pudo, el compromiso pactado con Petion.
Fue necesario esperar hasta la reforma liberal de mitad del Siglo XIX para que se proclamara la libertad de vientres y la manumisión de los esclavos. Y aun así, muchos latifundistas y mineros del suroccidente del país llevaron sus esclavos y los vendieron en Ecuador para eludir la medida, y solo en 1912 Eloy Alfaro liberó los esclavos. Tuvo por ello que exiliarse en Colombia.
Haití es pues, dolorosamente, un ejemplo trágico y palpable de las secuelas que han significado para un pueblo el dominio colonial y el control político por parte de gobernantes que se han enriquecido dejando sumido al país en la miseria.