Con la reunión de las comisiones conjuntas de la Cámara de Representantes y el Senado en la semana que termina, empezó por fin el proceso de discusión de la reforma tributaria.
Quedan así menos de dos meses antes del fin de la legislatura, con lo cual es evidente que en el Capitolio será necesario trabajar a marchas forzadas, si se trata de tener un desenlace exitoso.
Las primeras salvas indican que el debate será intenso.
En especial, ha vuelto a surgir la controversia sobre si vale la pena redistribuir las cargas entre personas y empresas.
En los últimos años, ha sido clara la intención de gravar más a las segundas que a las primeras, pero ahora el propósito es un poco diferente.
La razón de fondo es hacer más equitativo el sistema tributario, con el fin de que a mayores ingresos, también exista un aporte proporcionalmente más alto.
Pero más de un parlamentario viene aduciendo que la receta ideada no necesariamente lleva a ese objetivo.
Ante esa primera oleada de críticas, fue necesario que el propio Juan Manuel Santos saliera en la televisión a defender la iniciativa gubernamental.
En su alocución, el mandatario dejó en claro que va a impulsar la aprobación de la misma, con el argumento de que mejoraría, en parte, las actuales inequidades.
Sin embargo, es posible que esa labor de convencimiento tenga que ser complementada a nivel de los congresistas.
A pesar de que en el papel la bancada cercana a la Casa de Nariño cuenta con amplias mayorías, en la práctica va a haber más de un disidente que no necesariamente seguirá la línea fijada.
Y a lo anterior hay que agregarle que hay muchos temas que no han sido analizados aún.
La simplificación de las tarifas del IVA, el desmonte parcial de los parafiscales o las normas antievasión todavía esperan su turno para el debate.