Como si los líos que enfrentan por estos meses las autoridades económicas fueran pocos, queda en claro que un tema encabeza ahora los primeros lugares de la agenda. Se trata del acelerón dado por el índice de precios al consumidor, cuya carrera parece imparable.
Así lo comprobó el reporte entregado por el Dane en la semana que termina, con respecto al comportamiento de la inflación en abril. Superando de lejos los cálculos de los analistas, el alza en la canasta familiar llegó al 0,68 por ciento, con lo cual la variación anual alcanzó el 5,89 por ciento.
Los culpables de ese comportamiento fueron primordialmente dos. De un lado, los alimentos afectados por la larga sequía y la profundización del fenómeno de ‘El Niño’. El salto en la comida va en 8,8 por ciento en los últimos 12 meses, algo que no se veía desde el 2009.
El segundo factor es lo que se conoce como los bienes transables, atados al comportamiento de la tasa de cambio. El renglón muestra un incremento del 6,4 por ciento, que también se encuentra por encima del promedio general. Si bien el dólar ha descendido de sus máximos en tiempos recientes, ello no necesariamente fue un alivio.
Adicionalmente, los especialistas señalaron que cada vez son más las categorías que parecen haberse salido de su cauce. Aparte de las dos indicadas, la diversión, la educación o el transporte también superan los límites indicativos establecidos.
Semejante circunstancia lleva a pensar que volver a los márgenes fijados por el Banco de la República -entre un 2 y un 4 por ciento anual- es algo que tomará tiempo. Es posible, incluso, que eso no ocurra en el 2016, algo que contribuirá a más de un ceño fruncido.
De manera complementaria, es de espirar que el Emisor vuelva a subir la tasa de interés que controla en la próxima sesión de su junta directiva. Hay que aplicar los frenos y todo hace pensar que así será.
Ricardo Ávila Pinto
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