Tal como lo esperaban los analistas, la reforma tributaria quedó a punto de ser aprobada en la semana que termina. Falta todavía la plenaria de la Cámara de Representantes, lo cual abre cierto espacio para la incertidumbre. Pero si la lógica se impone, la iniciativa recibiría la luz verde en los días que vienen.
En consecuencia, los contribuyentes deben prepararse para un paquete que empezará a tener vigencia el primero de enero. Los elementos son conocidos e impactan especialmente a las grandes empresas. Estos incluyen una prórroga en el impuesto al patrimonio, al igual que una elevación en la tasa del Cree, el gravamen creado a finales del 2012.
Hasta ahí, todo es conocido. La diferencia es que la versión más reciente sufrió cambios después de haber sido negociada con los representantes del Consejo Gremial Nacional. Tales modificaciones fueron avaladas por el Congreso y se resumen en una menor carga patrimonial y un mayor Cree.
Por cuenta del entendimiento, el clima de tensión que había sido notorio entre el Ejecutivo y el sector privado disminuyó en forma evidente. En lugar del cruce de espadas a través de los medios de comunicación, lo que se logró fue un consenso que fue determinante para que la propuesta saliera adelante.
Lo anterior no quiere decir que todo el mundo quedó satisfecho. Para los empresarios, las nuevas reglas de juego se constituyen en cargas adicionales, justo cuando la economía colombiana enfrenta vientos en contra.
Sin embargo, no solo hay que destacar que el resultado sea producto de un entendimiento, sino que se estableciera un canal de comunicación que puede ser muy útil en el futuro cercano. La razón es que sigue pendiente la reforma estructural que muchos anhelan.
Al respecto, los gremios conformarán un comité que deberá hacer propuestas de fondo. Los insumos que lleguen deberían sumarse a los de otras instancias, orientadas a mejorar el sistema actual, cuya cirugía de fondo aún se espera.
Ricardo Ávila Pinto
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