Y amenaza con arrollarnos y aquello de tocar fondo no es necesariamente bueno, pues nada garantiza que podamos levantar cabeza."
El segundo semestre del 2008 vio desmoronarse el esquema de las mal llamadas pirámides financieras, llevándose por delante el ahorro y las ilusiones de un buen número de compatriotas. Sin embargo, y de manera simultánea, en ese mismo lapso de tiempo se derrumbaron todas las previsiones y proyecciones que los más avezados analistas y especialistas habían formulado sobre el comportamiento de las principales variables macroeconómicas.
Repasando las memorias de un foro realizado en el mes de diciembre de 2008, al cual asistieron como expositores los más reconocidos investigadores de las entidades del sector financiero colombiano, se observa que a pesar de que ya se tenía conocimiento de la magnitud de la crisis mundial, la mayoría de ellos esperaba un crecimiento del PIB entre el 3,5 y el 4,0 por ciento.
A pesar de los síntomas visibles de desaceleración en actividades clave como la industria manufacturera o el comercio, nadie se aventuraba -a pocos días del cierre del año calendario- a reconocer que la economía se encontraba ya en fase de crecimiento negativo como lo vino a confirmar el Dane pocas semanas más tarde. "Flaca sobremanera es toda humana previsión", decía el poeta y estadista Marroquín.
La única explicación posible a semejante desfase es que seguramente los analistas -en mayor o menos grado- estaban bajo el síndrome del blindaje, tantas veces pregonado por el Ministro de Hacienda. La realidad verdadera ha demostrado que el calibre de ese blindaje se basaba en pensar más con el deseo que con la razón.
Para el 2009, la mayoría de las previsiones en materia de crecimiento económico se situaba alrededor del 3,2 por ciento, con una dosis máxima de optimismo del 4,0 por ciento y una pesimista del 2,5 por ciento. Hasta los más pesimistas han terminado siendo optimistas desinformados.
El Gobierno Nacional espera, en el mejor de los casos, un crecimiento del 0,5 por ciento que en términos 'per capita' viene a significar un enorme retroceso. Expertos nacionales e internacionales se dan por bien servidos si el año termina con crecimiento cero, para evitar que sin haber concluido la primera década del siglo XXI, volvamos a registrar un signo negativo en nuestras cuentas nacionales.
Estamos pues en el filo de la navaja y apegándonos más a un sentimiento de fe que de certeza razonada. Nos damos ánimo afirmando que "se ve luz al final del túnel" o que "ya tocamos fondo", y por consiguiente lo mejor está por venir (incluida la reelección del Gran Timonel).
La luz al final del túnel puede ser el faro de la locomotora de la recesión que viene en sentido contrario amenazando con arrollarnos y aquello de tocar fondo no es necesariamente bueno, pues nada garantiza que podamos levantar cabeza.
Está científicamente demostrado que las personas se asfixian no por tocar fondo, sino por quedarse demasiado tiempo a ese nivel. El único fondo que hemos tocado es el de la línea no condicionada del FMI, pero como no va a implicar recursos frescos para la economía, no puede catalogarse como una medida de reactivación económica.
Los participantes en futuros foros de prospectiva económica van a tener que pararle más bolas a la teoría de los 'cisnes negros', en reciente escrito comentada y publicitada por el ex ministro Hommes.
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