Más de la mitad de las importaciones de Estados Unidos de duraznos, ciruelas, cerezas, albaricoques, uvas, manzanas y arándanos provienen de Chile.
México exportó en el 2011 más de 7.000 millones de dólares a EE. UU. en frutas y verduras frescas; 1.900 millones en tomates, casi 800 millones en aguacates, 660 millones en pimentones y pimientas, y más de 300 millones en uvas, frambuesas y fresas.
Perú es el principal proveedor de espárragos de EE. UU., con exportaciones de más de 240 millones de dólares, Costa Rica representa cerca del 84% de las importaciones de piñas, y Guatemala más del 40% de arvejas y melones.
¿Qué tienen en común estos países? Primero, cuentan con un TLC con EE. UU. y, segundo, han aprovechado el acceso preferencial a este gran mercado para modernizar sus instituciones agropecuarias públicas y privadas, posicionar sus productos agropecuarios y apoyar el desarrollo de sus economías rurales a través de la generación de empleo e ingresos dignos. Colombia ya cumple el primer punto, tenemos que ejecutar el segundo.
El campo colombiano tiene el potencial de ser un gran ganador con el TLC. Tenemos un sector agrario con gran diversidad y contamos con cuatro millones de hectáreas por cultivar –especialmente en la región de la Altillanura, el Caribe interior y el Magdalena Medio–, y otras áreas que se pueden utilizar más productivamente en regiones como Cauca, Norte del Valle, Santanderes, Urabá y el triángulo alrededor de la Sierra Nevada de Santa Marta. Los precios internacionales vienen, además, con una tendencia al alza y existen cada vez más mercados en el mundo demandando grandes cantidades de alimentos.
Uno de estos grandes mercados –quizás el más importante para el país, dada su cercanía económica y geográfica, y la puesta en vigencia del TLC– es EE. UU.
Este país importó en el 2011 más de 16.000 millones de dólares en frutas y verduras frescas, casi 1.000 millones en aguacates, 550 en piñas, 340 en melones, 360 en pimentones y 270 en brócoli.
Es un gran mercado que tenemos que aprovechar, y el Gobierno es consciente de ello. Por esto, están en marcha agendas de trabajo en dos frentes.
El primero consiste en conseguir el acceso de productos estratégicos en los que, por razones fitosanitarias, Colombia aún no tiene permiso para exportar a EE. UU. Se ha entablado un diálogo con las autoridades de este país y presentado la información requerida para acelerar estos procesos, y se está trabajando con las empresas en Colombia para que estas cumplan con los estándares exigidos.
Existen avances recientes en este frente.
La nación consiguió hace poco la admisibilidad en rúgula, espinaca y apio; se ha priorizado con las autoridades de EE. UU. una lista de productos estratégicos –incluyendo aguacate, pimentón, melón y sandía– para acelerar sus procesos de admisibilidad, y recientemente fue asignado el agregado agrícola de la Oficina Comercial del Ministerio de Comercio en Washington, para poner lupa y acelerador a estos procesos.
En el segundo frente buscamos desarrollar una estrategia para aumentar las exportaciones de productos en los que ya tenemos admisibilidad, más de 70, pero no la estamos aprovechando plenamente (piña, papaya, brócoli, limón, fresa y hierbas aromáticas).
El Gobierno con Corpoica y el apoyo de entidades como el Ciat han estado trabajando para poner a disposición de las empresas del sector paquetes tecnológicos, y se están diseñando incentivos y fórmulas de acompañamiento para aumentar las exportaciones a este mercado.
Estos paquetes y programas abarcan aspectos como tecnologías de poscosecha, uso de agroquímicos, control de plagas y enfermedades, cadenas logísticas de frío y esquemas de financiamiento.
Todo este esfuerzo implica un trabajo articulado y coordinado de varias entidades.
De una parte, Proexport, identificando mercados en las diferentes regiones de EE. UU., potenciales compradores, canales de distribución y ventanas estacionales de algunos productos. Asimismo, para facilitar que los pequeños se constituyan en asociaciones con capacidad para producir y acopiar una oferta exportable comercializable, el conocimiento y la experiencia de entidades como la Corporación Colombia Internacional y VallenPaz serán de gran ayuda, así como las empresas colombianas con experiencia internacional, por ejemplo, en el sector azucarero y palmero, y los inversionistas internacionales que nos beneficiarán con su know-how.
El fortalecimiento presupuestal y de planta del ICA será fundamental para acompañar con mayor impacto y cobertura a los campesinos y empresarios del campo en los procesos de certificación de buenas prácticas agropecuarias.
El Invima –cuyo decreto de reestructuración acaba de firmar el señor Presidente– cumple, por su parte, una labor clave en facilitar la exportación de los productos procesados.
Estas entidades se deben constituir en aliados del sector privado para el correcto rotulado y etiquetado de los productos, y cumplen, además, un rol fundamental de vigilancia y control para evitar que nos cierren las puertas –una vez abiertas– por productos que no cumplan los estándares exigidos.
Al viajar al exterior, encontramos productos colombianos como café, banano o flores, que son apetecidos por los consumidores y constituyen casos de orgullo y éxito para el país. Esperamos en poco tiempo tener –con el TLC con EE. UU. como punta de lanza– más productos como estos en los supermercados del mundo.
Hernando José Gómez
Director, Oficina de Aprovechamiento del TLC con Estados Unidos