Angustia, desconcierto, preocupación y desesperanza son algunos de los estados de ánimo que a los inversionistas regados por el mundo debe estar albergando la crisis financiera desatada en los mercados internacionales de los países hasta la fecha considerados como desarrollados.
Sin embargo, en el ámbito académico hay una sensación de asombro infinito frente a la forma como esta crisis cogió a sus protagonistas -sean ellos autoridades oficiales, supuestos asesores o expertos y avezados inversionistas-, en un estado de indefensión más propio de uno cualquiera de los países llamados del tercer mundo.
¿Qué estarán pensando las directivas de las más prestigiosas y encopetadas universidades norteamericanas, que se supone van a la vanguardia en investigación y en formulación de sofisticados modelos que deberían haber evitado la ocurrencia de semejante crisis?
Los administradores de portafolios, los calificadores y evaluadores de riesgos, los expertos financieros que seguramente pasaron por esos claustros y supuestamente recibieron información a borbotones, finalmente ¿qué fue lo que aprendieron? ¿Será que, como se estila en las universidades norteamericanas para obtener títulos con honores las horas dedicadas al rugby, al soccer o al golf, no les dejó tiempo suficiente para acceder a conocimientos verdaderamente útiles y prácticos en el ejercicio profesional?
¿Los publicitados ratings en los que las universidades norteamericanas suelen ocupar lugares de preeminencia por encima de las de cualquier otro rincón del mundo, son resultado de análisis similares a los que hicieron las calificadoras de riesgos para otorgar notas positivas a las hipotecas subprime? ¿Por qué toda esa jauría de expertos -hoy en la picota pública- no se dignaron mirar a Colombia, país con amplia y enriquecedora experiencia en el manejo de crisis financieras? ¿Ignorancia o desprecio por lo que ocurra en otras latitudes? ¡Por algo dicen que un porcentaje relativamente bajo de la población estadounidense se da el lujo de tener pasaporte y a cambio de ello nadie les exige visa!
Si finalmente el TLC con Colombia es aprobado en los primeros meses del 2009 -una vez decantado el proceso electoral- el primer efecto positivo y favorable sería que un grupo numeroso de bachelors norteamericanos viniesen a las universidades colombianas a realizar posgrados y doctorados que más adelante los aparten de repetir situaciones tan embarazosas y delicadas como las que sus actuales colegas están viviendo.
Claro que para que ello pueda ocurrir y para que el experimento sea fértil y fructífero deberán tomar cursos intensivos de español, no vaya y suceda que al hacer la traducción al inglés los conceptos y conocimientos sean tergiversados. Así como el peso y otras monedas latinoamericanas se han apreciado en los últimos años frente al dólar, lo mismo debería ocurrir con el idioma español frente al inglés. El mundo cambia a velocidades inimaginables y lo que antes estaba a la vanguardia o de moda, hoy puede estar relegado a un segundo o tercer plano.
Que las universidades latinoamericanas, pero muy especialmente, las colombianas se preparen a recibir un ejército de estudiantes del hemisferio norte ávidos de conocer y aprender del acervo cognoscitivo acumulado a lo largo de décadas y lustros de supuesto subdesarrollo.
* * * * *
Juanes de cerca: el pasado jueves el exitosísimo artista colombiano nos demostró a muchos que no lo conocíamos en detalle, que no solo sabe cantar sino también hablar y expresarse con gran propiedad. Y repitiendo sus propias palabras nos dejó el siguiente reto a todos los habitantes de este conflictivo país: 'intentemos vivir en paz unos años, a ver si finalmente nos queda gustando'.
gpalau@urosario.edu.co
¿Dónde están las universidades de E.U.?
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Redacción Portafolio
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