El 21 de junio pasado, el prestigioso semanario The Economist le dedicó una nota a Valledupar (http://econ.st/1sr6RTQ), en la que resalta el plan de expansión urbana asesorado por The New York University y algunos otros logros de la administración de Freddys Socarrás Reales, el actual alcalde de la capital mundial del vallenato.
El mandatario Socarrás llegó a la alcaldía después de dos intentos fallidos y de una larga carrera pública y, preciso, en medio de una crisis económica sin precedentes en la ciudad y de un desgobierno total, producto de un alcalde suspendido, de unas elecciones atípicas y de un periodo de dos años largos, que, para quienes vivimos en Valledupar, nos pareció una eternidad por el desorden y la corrupción rampante que se vivió con el alcalde anterior.
Hoy, la ciudad está en Ley 550, debido al abultado déficit y demandas que encontró Socarrás, lo cual deja poco margen para la inversión. Con un Sistema Integrado de Transporte Masivo (SITM) que viene aprobado desde administraciones anteriores y aún no arranca, y un gobernador del Cesar con una abultada chequera que prefiere hacer obras en la ciudad sin concertarlas con el alcalde.
Pese a la buena imagen que conserva y el estar entre los primeros lugares de los mejores alcaldes del país, de acuerdo con diferentes encuestas, las mediciones que hace el programa ‘Valledupar cómo vamos’, dejan la sensación de que hay una desconexión con la administración municipal y que gran parte de la población no conoce o reconoce los logros, aplaudidos a nivel nacional e internacional, de Socarrás.
Valledupar ha conservado, de manera ininterrumpida, el honor o el reto de ser una de las ciudades de mayor crecimiento urbanístico y demográfico de Colombia. De hecho, fue la urbe que más creció entre mediados de los años 70 y comienzos de los 80, luego de haber sido erigida capital departamental del Cesar, creado en 1967 y con una bonanza algodonera que trajo las primeras oleadas de grandes migraciones a la región y a la ciudad, inmortalizada en tantos cantos vallenatos.
La ciudad logró crecer de manera ordenada, pese a la presión de su fuerte crecimiento. Unos buenos alcaldes, en esas épocas de mayor expansión, permitieron convertirla en la ‘Sorpresa Caribe’, como la denominó Aníbal Martínez Zuleta y como empezaron a llamarla en todo el país.
Hoy, de la mano de Socarrás, la ciudad está retomando el sendero de administraciones más preocupadas por el buen y correcto desarrollo de la metrópoli que por pelechar en el presupuesto público.
Sin embargo, las demoras en la puesta en marcha del SITM y el creciente problema del mototaxismo, sumado a la sensación o percepción de que la inseguridad ha aumentado, crean un ambiente que no deja ver los logros de la administración municipal. Y es que no es cualquier cosa ser una de las ciudades más beneficiadas con el programa de viviendas gratis de la Nación, producto de una gestión y compromisos del actual alcalde. Las casas gratis las construye el Gobierno Nacional, pero si el ente territorial dispone del lote y coloca los servicios públicos. Algo que muchos no ven o no quieren ver y valorar.
El logro más importante, acabar con las concesiones leoninas de Tránsito y Amoblamiento Urbano; desde el punto de vista de impacto en la opinión pública, se han quedado cortas y más bien se han comenzado a ver algunas consecuencias de esa decisión por la falta de presupuesto y personal para atender las tareas que ellos asumían. Y ese costo, sobre todo el de Tránsito, lo está asumiendo el alcalde. Se olvida que el concesionario se llevaba más de 7.000 millones de pesos anuales y que nunca invirtió un peso de su bolsillo en la ciudad.
No todos los días The Economist se ocupa de una ciudad intermedia de un país en vía de desarrollo o una economía emergente como Colombia. Valledupar es la ciudad del autor y por eso quiere resaltar eso y aprovechar para recordar que los municipios requieren mayor autonomía presupuestal o por lo menos que el Estado les devuelva, de una forma más proporcional, lo que recaudan en IVA e impuestos nacionales. Y también se requiere tomar medidas más drásticas con el contrabando de gasolina que está afectando de manera grave las arcas de los municipios del Cesar y cuyos efectos se están extendiendo por todo el país.
El alcalde Socarrás está logrando que Colombia y el mundo miren hacia Valledupar y no solo para ir a ‘parrandear’ en el Festival Vallenato. Necesitamos que lleguen más inversionistas y se creen más fuentes de empleo. Valledupar tiene la más alta población de desplazados (proporcionalmente) de la Costa Atlántica y requerimos de recursos para educarlos y brindarles trabajo y, así, darles la bienvenida, nuevamente, a la ‘Sorpresa Caribe’.
Nicola Stornelli García
Gestor del Puerto Digital de Valledupar