La relativa calma que impera desde hace unos días en el mercado cambiario de Colombia tiene una explicación principal: el precio del petróleo. Tras varias semanas de sobresalto, el barril de crudo parece ubicarse en por encima de los 55 dólares el barril, lo cual garantiza que las exportaciones seguirán en su senda ascendente y, con ellas, una mayor oferta de divisas que mantendría el billete verde cerca de los 2.900 pesos.
Mientras esto ocurre, la producción nacional de hidrocarburos parece haberse estabilizado. El dato correspondiente a agosto habla de 858.511 barriles diarios, una mejora de 0,25 por ciento a julio. Si bien estamos ligeramente por debajo de la meta oficial, el desplome en el bombeo que llegó a insinuarse hace unos meses se ve contenido.
Lo anterior, claro está, no disimula que las urgencias son las mismas de siempre. Los niveles de exploración son mayores que en el 2016, pero todavía se encuentran a una gran distancia de los observados en la época de la bonanza. Seguimos dependiendo de una mejora en las tasas de recuperación de los yacimientos existentes, sin que existan nuevos hallazgos importantes.
Conseguir que el ritmo de búsqueda ascienda depende de muchos factores. Uno de ellos es la marcha de las cotizaciones en los mercados internacionales que responden al libre juego de la oferta y la demanda. Como se sabe, la primera ha estado restringida por cuenta de los acuerdos hechos entre naciones productoras, incluyendo a las afiliadas al poderoso cartel de la Opep.
En cuanto a la segunda, hay señales que sugieren que el apetito del planeta por los combustibles no ha disminuido. Un reporte de la Agencia Internacional de Energía muestra que en los países que componen la Ocde, el consumo viene repuntando desde hace varios años.
Las cifras son elocuentes. En el 2005, los integrantes del llamado club de los ricos llegaron quemar más de 50 millones de barriles diarios, pero tras la disparada de los precios esa cantidad cayó en cerca de 10 por ciento hasta el 2014. Desde entonces, los menores costos de la gasolina han llevado a un alza en las compras hasta más de 47 millones de barriles, a pesar de que los motores son más eficientes y los autos híbridos o eléctricos subieron su penetración.
Dicha circunstancia le pone piso al valor del crudo. Y aunque es mejor no hacer las cuentas de la lechera, todo apunta a que nuestras exportaciones no caerán, al menos en los meses venideros.