Tras las reuniones de primavera del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que concluyeron sus deliberaciones el fin de semana pasado, los ministros de Hacienda y banqueros centrales de más de 190 naciones vuelven a su rutina diaria con la tranquilidad de que las cosas van mejor para la economía global y, al mismo tiempo, la preocupación de que los riesgos políticos vienen al alza. En general, el crecimiento en los cinco continentes estará por encima de lo que se proyectaba en el último octubre, aunque la amenaza de una guerra comercial se cierne como una nube oscura en el horizonte.
América Latina también vive esas contradicciones. Las apuestas sobre el desempeño de la región vienen subiendo y ahora el FMI habla de un 2,8 por ciento, cuatro décimas por encima de la proyección de seis meses atrás. El alza en las cotizaciones de las materias primas ayuda, al igual que la mejora en el ánimo de los consumidores.
La gran excepción es Venezuela, cuya debacle continúa. Aparte de que la inflación superaría el 15.000 por ciento anual –la peor del planeta–, la mejora en los precios del crudo se siente poco, pues la producción de hidrocarburos en el país vecino cae en picada. Por lo tanto, en el 2018 habría una nueva contracción que se traduciría en el empeoramiento de una realidad ya desesperada.
Por otra parte, hay temores presentes. De un lado está lo que pueda hacer Donald Trump en la Casa Blanca, pues eventuales limitaciones a las exportaciones latinoamericanas tendrían implicaciones negativas sobre nuestro desempeño. Del otro, se encuentra la incertidumbre electoral.
Y en este caso las grandes incógnitas son Brasil y México, las economías más grandes del área. Un triunfo del populismo golpearía las corrientes de inversión y el comportamiento de la demanda agregada, justo cuando las cifras empiezan a mejorar. El resto de países de la zona también sentiría el efecto negativo, sí los dos principales receptores de capitales dejan de volverse atractivos. Por eso todos los ojos están puestos en los meses que vienen.