La tradición corresponde a Estados Unidos y proviene de la celebración del día de Acción de Gracias, que se conmemora anualmente un jueves, a finales de noviembre. Desde hace años, y con el fin de atraer a los compradores durante la jornada siguiente al festivo, las grandes cadenas de ropa, juguetes o electrodomésticos, entre otros, comenzaron a ofrecer descuentos atractivos que congregaban multitudes interesadas en ahorrarse unos buenos dólares en los regalos de Navidad.
Con la llegada de internet, la práctica se trasladó al ciberespacio. Tiendas virtuales como Amazon vieron un filón interesante que se tradujo en cifras de ventas sin precedentes. Ante el éxito obtenido, dicho esquema se trasladó a otras latitudes. Debido a ello, millones de consumidores a lo largo y ancho del planeta aprovechan las rebajas del viernes negro para realizar sus compras.
Que la nueve efeméride llegó para quedarse, es algo que comprueban las cifras. Un reporte reciente de Google Trends es elocuente sobre lo que ocurre en Latinoamérica, en donde la respuesta popular solo puede calificarse de masiva.
De acuerdo con los datos, el crecimiento de búsquedas asociadas al Black Friday subió 25 veces en Argentina, en comparación con el 2012, la misma cifra de Perú, apenas superior a la de México, que fue 24 veces. El liderazgo absoluto le corresponde a Colombia, con 34 veces.
Más impresionante todavía es que, de acuerdo con Linio, el crecimiento en la facturación en su sitio, en comparación con un viernes normal, llegó al 1.434 por ciento el año pasado , un salto similar al de Chile, de lejos, las naciones más dinámicas de la región.
Puesto de otra manera, el origen puede ser estadounidense, pero a los compradores colombianos el viernes negro les encanta.