Hay visitas que se reciben con gusto y otras que se aceptan a regañadientes. La que tenía programada a Bogotá el presidente de Estados Unidos para el próximo domingo 15, entra en la segunda categoría.
Quizás por eso, más de un funcionario exhaló un suspiro de alivio cuando la Casa Blanca informó que Donald Trump había decidido cancelar su viaje a la Cumbre de las Américas en Lima y, de paso, su escala en el país. Las acciones que se tomarán para castigar al régimen sirio llevaron a que el mandatario siga sin visitar la región, algo que rompe con la norma establecida por sus antecesores.
De vuelta a Colombia, había cierta aprehensión ante la llegada del Air Force One. Para comenzar, cualquier declaración sorpresiva podría resultar inoportuna en plena contienda electoral, como habría sido una exigencia para actuar frente al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela. Por otro lado, están los contenciosos con Washington, comenzando con el aumento en el área de cultivos de coca y la exigencia de los norteamericanos de una mayor contundencia en las estrategias diseñadas para contenerlos.
Sobre el papel, la administración Santos habría podido aprovechar la oportunidad para pedir que nuestras exportaciones con contenido de acero o aluminio quedaran exentas de los aranceles impuestos el mes pasado. El lío es que no era claro que el Tío Sam iba a aceptar esa solicitud, lo que sí hizo previamente con Brasil y Argentina.
Adicionalmente, están los temas que han llevado Estados Unidos a condicionar su voto favorable para que el país pueda ser aceptado como un miembro más de la Ocde. En este caso, tampoco es claro que Trump estuviera dispuesto a darnos el respaldo que lleva meses negando.
Ante la falta de certeza sobre los resultados, es mejor quedarse con la duda. Los otros asuntos se podrán llevar por los canales usuales, con la seguridad de que el desenlace estará entre los límites de lo previsible.