Después de la turbulencia de comienzos de febrero que golpeó el comportamiento de los índices bursátiles, pareciera que una sensación de relativa calma ha vuelto a los principales mercados globales. Las cosas no están mal, como al arrancar el mes cuando se multiplicaron las órdenes de venta, pero los precios de las acciones se encuentran por debajo del nivel que tenían al empezar el 2018.
Aun así, el balance es aceptable cuando se miran las cosas con un lente más amplio. Por ejemplo, el S&P 500 de la plaza neoyorquina supera en 15,5 por ciento el valor registrado hace un año. Es verdad que los máximos históricos de tres semanas atrás se ven casi imposibles de superar, pero no se puede hablar de un gran número de damnificados, pues la mayoría de los inversionistas pudo sacar provecho de la situación en su momento, antes de preferir los bonos como alternativa.
Si bien las circunstancias particulares de cada latitud son distintas, el reporte que entrega Colombia es muy parecido. El índice Colcap de la bolsa local está 0,25 por ciento por encima del punto en el que se encontraba a principios de enero, y 13,2 por ciento arriba del observado en la misma época del 2017. En gracia de discusión, se puede afirmar que nuestro desempeño reciente es un poco mejor que el de los grandes centros financieros internacionales, pero no hay muchas diferencias entre lo que pasa allá y aquí.
Los contrastes saltan a la vista cuando se mira aquello que se conoce como los fundamentales en los precios de las acciones. A pesar de que todavía no se conocen las ganancias de algunas de las compañías colombianas más emblemáticas durante el pasado ejercicio contable, todo apunta a que la relación entre cotización en bolsa y utilidades es más alta en Nueva York o Londres que en Bogotá.
Por lo tanto, habría espacio para valorizaciones, aun si se tiene en cuenta una prima de riesgo. No obstante, para que ese potencial se concrete es clave que la incertidumbre política termine. Y eso todavía se demora.