Tal pareciera que los eventos geopolíticos se han convertido en el principal factor a la hora de determinar el comportamiento de los mercados de valores, por encima de las noticias en el plano económico o financiero. Así volvió a suceder ayer cuando Occidente se fue lanza en ristre contra Moscú y Damasco, por cuenta del ataque con armas químicas que dejó medio centenar de personas muertas en la ciudad siria de Duma.
La posibilidad de que venga una respuesta armada liderada por Washington, llevó a que el petróleo subiera más de 2 por ciento ayer, acercándose otra vez a los 69 dólares por barril, en el caso de la variedad Brent. A fin de cuentas, un deterioro de la situación de seguridad en el Medio Oriente podría afectar el suministro de crudo de la zona. Más duro todavía fue el golpe en Rusia, en donde el índice bursátil más usado cayó en 8,3 por ciento, en respuesta a varias sanciones impuestas.
Dichas inquietudes se combinan con los tambores de guerra en materia comercial. La posibilidad de que la Casa Blanca haga efectivo un aumento de aranceles que afecte a las exportaciones de China, se combina con la señal dada por Pekín, en el sentido de que estaría dispuesto a devolver el golpe usando la misma figura. Por cuenta de esa eventualidad, las acciones que se transan en la bolsa de Nueva York están lejos de los máximos alcanzados el pasado enero.
Por ahora, la esperanza de los inversionistas es que los reportes sobre las utilidades empresariales –que al parecer serán muy positivos– le devuelvan algo de dinámica a Wall Street y otras plazas. Más allá del nerviosismo, las cifras económicas muestran que el ritmo es bueno en la mayoría de las latitudes.
No obstante, nadie está tranquilo del todo. La probabilidad de una conflagración militar ha subido, al igual que la de nuevas medidas proteccionistas. Debido a ello, la volatilidad seguirá presente mientras la temperatura baja, algo que se puede demorar un buen tiempo en suceder.