No existe en los anales del mercado petrolero evidencia de una caída tan rápida en los precios de los hidrocarburos, como la observada en lo que va de noviembre. Ayer, el precio del crudo experimentó un bajón cercano al 7 por ciento, con lo cual la variedad Brent se ubicó en 65,57 dólares por barril, 20 dólares menos que a comienzos de octubre.
La causa directa de la descolgada fue el reporte de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep), según el cual la demanda del llamado ‘oro negro’ será menor en el 2019, frente a lo proyectado unos meses atrás. En cifras concretas, el consumo global subiría en 1,29 millones de barriles diarios, 70.000 menos que lo dicho en julio.
Aunque, a primera vista, la diferencia es menor, cualquier cambio que indique que habrá un exceso de oferta es suficiente para ocasionar movimientos extremos. Y es que tras la señal de que las sanciones adoptadas por la administración Trump contra Irán no serán suficientes para recortar el suministro de la república islámica, viene ahora el pronóstico de que las compras de petróleo avanzarán de forma modesta en las más diversas latitudes.
La pregunta que se hacen los observadores es si la Opep se pondrá de acuerdo para cerrar las llaves en cerca de un millón de barriles diarios. Hacer cumplir ese recorte no será fácil, y menos en un cartel en el cual poco se respetan los compromisos asumidos.
Mientras se aclaran las dudas, la tendencia bajista debería prevalecer. De ser así, no está lejano el día en el cual los precios se ubiquen por debajo de los niveles observados por esta misma época del 2017, pues la diferencia actual apenas supera el 3 por ciento.
El giro en la dirección del viento es una mala noticia para Colombia, que, en comparación con un mes atrás, recibe 17 millones de dólares diarios menos por sus exportaciones de crudo. Esa caída en los ingresos externos esperados se nota en la tasa de cambio, que pasó de los 3.200 por dólar, amenazando quedarse cerca de ahí por un buen tiempo.