Aquella conocida expresión que habla del regreso a la realidad cuando se termina un viaje de ensueño, bien podría aplicársele a Juan Manuel Santos que concluyó el viernes su periplo por la Gran Bretaña. No hay duda de que la visita de Estado al Reino Unido es un hito para la diplomacia colombiana, pues nunca antes un presidente había sido recibido con tanta pompa, incluyendo alojamiento en el Palacio de Buckingham.
Para el recuerdo quedan las fotos de las calles engalanadas con la bandera tricolor nuestra y la que combina las cruces de los santos patronos de Inglaterra, Escocia e Irlanda del Norte, más conocida como el Union Jack. También perdurarán las instantáneas de los caballos engalanados, la carroza dorada de la Reina Isabel II y los momentos de al menos un par de banquetes en los cuales los adjetivos elegancia y distinción estuvieron presentes.
No obstante, más allá de las imágenes, vale la pena preguntarse qué dejan las citas concertadas en Londres y Belfast, al igual que los pactos binacionales suscritos. Tal como es usual en estos casos se programaron varias reuniones con empresarios de primer nivel que escucharon hablar de la relativa solidez de la economía colombiana y de las oportunidades de inversión.
Al respecto, los conocedores señalan que el esfuerzo es importante, sobre todo para un país que todavía enfrenta problemas de imagen y que está obligado a proyectarse como un lugar atractivo a la hora de hacer negocios. No obstante, es claro que nadie hace compromisos firmes en la primera cita, por lo cual el seguimiento a los contactos establecidos es crucial.
Más concretos son ciertos acuerdos como los de doble tributación que limitan la carga impositiva para los capitales que vengan o vayan. Sin embargo, estos temas también necesitan desarrollarse porque lo que se plantó en tierras británicas fue una semilla a la que hay que regar para que germine.
Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
@ravilapinto
retrospectiva
Ecos de una visita
La visita de Santos a Reino Unido fortaleció una relación bilateral que necesita constancia para que rinda frutos.
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Ricardo Ávila
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