A primera vista la semana que termina no se diferencia mucho de la anterior en el panorama nacional.
Al fin y al cabo la atención de la opinión y de los observadores está centrada en la cita del próximo 2 de octubre cuando tendrá lugar el plebiscito con respecto al acuerdo firmado entre el Gobierno y las Farc en La Habana.
Sin embargo, en materia económica las cosas empezaron a ser diferentes. Todo por cuenta de la inesperada cifra de inflación en agosto, la cual mostró un alivio que no estaba en las cuentas de los analistas.
El bajón en los precios de los alimentos llevó a que el acumulado total quedara en 8,1 por ciento anual, un nivel elevado que aun así permite ver la luz al final del túnel.
Por cuenta de lo sucedido, suben las apuestas en el sentido de que el dato al concluir el 2016 estará en inmediaciones del 6,5 por ciento anual, suficiente para darle credibilidad a lo expresado por el Banco de la República.
En su más reciente sesión, la entidad mostró confianza en que la meta de largo plazo -un rango entre el dos y el cuatro por ciento anual- se logrará el año que viene.
Debido a esa circunstancia, la reacción de los mercados fue positiva. Para comenzar, los títulos de deuda llegaron a su valorización máxima de los últimos tiempos, ante la creencia de que el panorama de rentabilidades cambiará si el ritmo de las alzas se modera.
De igual forma, el índice Colcap superó la barrera simbólica de los 1.400 puntos y aunque el viernes experimentó un retroceso, ese bajón no parece menguar el ánimo de los inversionistas. Tampoco pasó desapercibido que el dólar acabó en 2.900 pesos, con una caída cercana al 2 por ciento en la semana.
Es verdad que el entorno internacional tuvo que ver en lo sucedido, ante las dudas sobre si la Reserva Federal subirá los intereses pronto. Pero no hay que minimizar lo que pasó internamente, pues la política económica recuperó parte de la credibilidad perdida.
Ricardo Ávila Pinto
Director de Portafolio
ricavi@portafolio.co
@ravilapinto
retrospectiva
Un gran respiro
La inflación empezó su corrección y así, la política económica recuperó parte de la credibilidad perdida.
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Ricardo Ávila
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