Los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro llegan a su fin, dejando una buena sensación para Colombia, cuya delegación fue la más numerosa de la historia. No solo se igualó en número de medallas lo conseguido en Londres, sino que los tres oros obtenidos convierten lo sucedido en tierras cariocas en algo único.
Atrás han quedado los tiempos en los que éramos superados fácilmente por nuestros pares latinoamericanos. Ahora, confirmamos que podemos ser descritos como una potencia regional en el ámbito deportivo y que, realmente, solo somos superados por Brasil, una nación que tiene cuatro veces más habitantes, y cuya tradición competitiva es más amplia y variada que la nuestra.
Más allá del análisis sobre las disciplinas en las cuales obtuvimos éxitos y aquellas en las que se pueden lograr galardones adicionales en el futuro, vale la pena analizar la causa de que la meta fijada se haya cumplido. Y es que el balance no solo se explica por el esfuerzo individual de los distintos atletas. Aquí, también se ven los frutos de una política que ha tenido continuidad.
Esa política es el apoyo estatal, que consiste en garantizar el sostenimiento de los deportistas para que tengan la libertad de dedicarse de tiempo completo a entrenar. La ejecución dista de ser perfecta, pues mientras en algunas disciplinas se recoge lo sembrado, en otras no. Aún hay quejas de la incompetencia de los dirigentes, del desperdicio de recursos y de preferencias injustificables.
Sin embargo, es más fácil tomar correctivos que arrancar de cero. Por tal motivo, lo ocurrido en Brasil no debe ser visto como una invitación a la autocomplacencia, sino como un aliciente para apretar clavijas aquí y allá.
Tal como sucede en el mundo de los negocios, aquí quedó claro que un esfuerzo profesional rinde en el largo plazo. Pero ello obliga a tener visión y hacer las cosas bien y con honestidad. Si seguimos así, en Tokio, seguramente, recibiremos aún más alegrías que las que nos dejó Río de Janeiro.
ricavi@portafolio.co
@ravilapinto
Retrospectiva
No es solo competir
Los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro llegan a su fin, dejando una buena sensación para Colombia, cuya delegación fue la más numerosa de la historia.
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Ricardo Ávila
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