A primera vista, es fácil concluir que la rebaja en la calificación de los títulos de deuda externa que emite Colombia, la cual generó incontables titulares durante la semana que termina, pasó sin hacer ruido en los mercados. Y es que las turbulencias tras la decisión de Standard and Poor’s de dejarle al país una nota que apenas supera el límite del grado de inversión, casi no se sintió.
Quien lo dude no tiene más que mirar el comportamiento de diferentes indicadores. Ni el precio del dólar, ni las acciones o los propios TES reflejaron lo que en principio se veía como un sacudón de marca mayor. Todo indica que los inversionistas mantuvieron su apetito por los activos nacionales, por lo menos por ahora.
Entre las explicaciones que se dieron sobre lo ocurrido está que otras dos firmas evaluadoras no alteraron su visión sobre nuestra capacidad de honrar la deudas asumidas. Bajo este punto de vista, no hay una postura unánime, por lo cual nuestra buena reputación continúa.
Sin embargo, es indudable que no se pueden desconocer ciertos trastornos. El ejemplo más evidente es el de un puñado de entidades privadas que salieron afectadas por lo sucedido, perdiendo incluso el grado de inversión. La explicación no tiene que ver con las cifras de los balances empresariales, sino con el hecho de operar en un país con menor ‘rating’. En resumen, hay los que pagarán los platos rotos que otros quebraron.
Y aunque en esta materia también el coletazo debería ser manejable, el mensaje hacia adelante es que el país tiene que cuidarse en el manejo de sus agregados. Un eventual aumento en el déficit fiscal o trastornos de distinta índole, que afecten la marcha de la economía, podría conducir a las sociedades calificadores de riesgo a hacernos un nuevo recorte.
Recorte que, como se acaba de ver, no es tan solo un problema gubernamental. Tanto las compañías grandes como las medianas y pequeñas deben comprender que estamos en el mismo barco, por lo cual hay que hacerle entender, sobre todo a la próxima administración, que hay que mantener la casa en orden para que no paguen justos por pecadores.