La popularidad del gobierno de Juan Manuel Santos es baja y a la administración actual le quedan apenas 12 meses largos de gestión, pero aun así los expertos en armar gabinetes están de plácemes. El motivo es la renuncia protocolaria que presentaron los ministros durante la semana que termina, con el fin de dejar en libertad al jefe del Estado para conformar su equipo de colaboradores.
Debido a ello ya comenzaron las cábalas sobre quién podría entrar y quién saldría, a pesar de que en los últimos tiempos ha tenido lugar una especie de renovación gota a gota, como ocurrió con las carteras de Interior y Trabajo en mayo, además del Departamento Nacional de Planeación. En todos los casos llegaron personas que no tuvieron problemas a la hora de hacer el empalmo, pues ya venían laborando o eran cercanos a las entidades que están ahora a su cargo.
No es claro, para algunos observadores, el motivo de hacer reemplazos de manera más masiva. En respuesta, los que se precian de saber del asunto sostienen que la ley de garantías atará las manos del Ejecutivo en cuestión de semanas, por lo cual es mejor proceder cuanto antes. Además, el panorama político es diferente al previo ya que más de una bancada empieza a alejarse de la Casa de Nariño a medida que se acercan las fechas de las elecciones legislativas y presidenciales.
Por otro lado, se incluyen las consideraciones relacionadas con el desempeño de algunos ministros, el cansancio de otros o la posibilidad de darles una “paloma” a personas cercanas a Santos. Así el Congreso esté pensando en los comicios de marzo, lo que desea el Gobierno es que los proyectos de ley que todavía se encuentren pendientes –comenzando por los relacionados con el proceso de paz con las Farc– sean aprobados en el Capitolio.
Habrá que esperar días antes de que se conozca el abanico. Pero sin duda, como decía López Pumarejo, habrá “caras nuevas en los vehículos oficiales”.
