Desde cuando los precios de los principales productos que vende Colombia cayeron en picada, la gran historia ha sido el descenso de las exportaciones y el salto mostrado por el déficit en la balanza comercial. No obstante, tras la publicación del reporte de las importaciones en enero, aparecen otro tipo de variaciones importantes.
La más obvia es que el ritmo de las compras en el extranjero viene disminuyendo en forma acelerada. Durante el primer mes del año, la contracción llegó al 28 por ciento, que es la más grande desde finales del 2009. Si esa pendiente se mantiene, la corrección que más de uno había pronosticado, por fin empezaría a tener lugar.
Entre las causas posibles, hay unas evidentes. La entrada gradual en operación de la refinería de Ecopetrol en Cartagena impacta las compras de combustibles, como lo demuestran las estadísticas. Al arrancar el 2016, las adquisiciones de gasolina bajaron a la mitad, frente a los guarismos del 2015. De seguir las cosas como van, la cuenta por este concepto se podría reducir en más de 1.500 millones de dólares anuales.
No menos importante es el menor apetito por artículos manufacturados. Por ejemplo, el renglón de ‘otro equipo de transporte’ pasó de 776 a 117 millones de dólares de un periodo a otro. En este se encuentran incluidas las aeronaves, cuya cuenta será menor debido a que el ánimo para traer aviones nuevos es ahora menor que antes.
A lo anterior hay que agregar que ciertas importaciones empiezan a ser sustituidas por producción nacional como pasa con muebles y confecciones. Sea cual sea la explicación, el hecho es que el saldo en rojo del comercio exterior empezó a disminuir, pues en enero fue de 1.521 millones de dólares, casi 250 menos que en el 2015. Algo es algo.
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