En el plano político, la semana pasada no fue nada buena para Donald Trump. A la aparición de un capítulo del nuevo libro del conocido periodista Bob Woodward sobre cómo se manejan las cosas en la Casa Blanca, se sumó a la publicación de una columna anónima en el diario The New York Times, escrita por un alto funcionario de la administración. Ambos textos pintan un panorama inquietante, respecto al llamado líder del mundo libre.
Entre otras caracterizaciones, el Presidente estadounidense es descrito como alguien impulsivo y sin principios, que no mide las consecuencias de sus actos. A la luz de esa imagen, más de un observador registró la amenaza proferida el viernes contra China, según la cual vendrían nuevas sanciones comerciales que abarcarían la totalidad del intercambio.
Hasta ahora, las cuentas incluyen el equivalente de 50.000 millones de dólares en compras, a las cuales ya se les está aplicando un arancel más elevado. Adicionalmente, hay 200.000 millones más que serán sujetos de mayores impuestos “muy pronto”. Ahora vendrían 267.000 que completan todas las adquisiciones norteamericanas. El motivo es que las negociaciones entre Washington y Pekín, orientadas a cerrar el déficit comercial actual, no han logrado avances sustanciales.
Y aunque la advertencia puede ser una táctica para conseguir concesiones, el riesgo de jugar con fuego es elevado. Las estadísticas muestran que, a pesar de que la economía de Estados Unidos goza de buena salud, algo que se expresa en un bajo desempleo, hay riesgos latentes importantes.
Uno de ellos es el aumento en los costos de insumos y bienes terminados. Por ejemplo, la nueva versión del popular iPhone –fabricado en China– sería más cara, pues los consumidores asumirían el valor de la nueva tarifa.
Como jugar la carta de las sanciones comerciales es popular, la tentación para Trump es alta. Eso preocupa también a los canadienses, que no han logrado ponerse de acuerdo con su vecino del sur en torno a las modificaciones que se le harían al Tlcan –conocido como Nafta– antes de que termine el mes. Alguien que está contra la pared frente a la opinión puede aumentar la apuesta del proteccionismo, así los efectos se sientan más adelante.