Durante buena parte del año, el peso colombiano tuvo un comportamiento excepcional en el contexto latinoamericano. Y es que en la medida en que el dólar empezó a fortalecerse de manera decidida, la moneda nacional parecía ir por otro rumbo al registrar una devaluación muy inferior a la de sus pares.
Desde el punto de vista formal, esa tendencia a andar en contravía continúa. La diferencia es que mientras otras especies ganan terreno frente al billete verde, la nuestra se deprecia. Así quedó en evidencia este martes cuando otra vez se rompió la barrera simbólica de los 3.200 pesos por dólar. De hecho, la tasa representativa del mercado para el día de este miércoles es de 3.202 pesos, la más alta del año.
En contraste, el real brasileño sigue reflejando la euforia que se apoderó de los inversionistas, tras el triunfo de Jair Bolsonaro en las elecciones del domingo pasado. Al peso argentino tampoco le va mal, pues aparte de que su socio comercial despierta más entusiasmo, el gobierno de Mauricio Macri todavía conserva margen de maniobra en el legislativo, además de haber pasado el chequeo más reciente que le hizo el Fondo Monetario Internacional.
En el caso colombiano, el comportamiento de las cotizaciones del petróleo que fueron nuestra principal ancla durante meses, ahora se han convertido en un lastre. Este martes, el barril de Brent volvió a acercarse a los 75 dólares, ante la aparición de señales encontradas que apuntan a que el escenario de escasez que algunos pronosticaban no se ve tan seguro.
No hay duda de que el segmento de los hidrocarburos seguirá marcado por la volatilidad. Debido a ello, el piso sobre el cual se sostenía la moneda nacional será inestable, por lo menos hasta que los precios del crudo tomen un ritmo definido. Mientras tanto, se sentirá más la corriente dominante que es la que apunta a un dólar con más músculo, ante la perspectiva de que el Banco de la Reserva Federal seguirá subiendo sus intereses. Aunque todo puede cambiar de un momento a otro.
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