A comienzos de agosto el Ministerio de Educación publicó los resultados del Observatorio Laboral para la Educación.
Los datos son interesantes y, en su mayoría, positivos. Se evidenció un crecimiento constante en el número de graduados de educación superior. De un total de 3’360.583 títulos otorgados en los últimos 50 años, el 54% pertenece al periodo 2001-2010.
La variación por periodos ha sido la siguiente: de 1960 a 1969 hubo 29.430 graduados; entre 1970 y 1979, 108.781; de 1980 a 1989, 425.606; entre 1900 y 2000, 999.037 y del 2001 al 2010, 1’802.729.
Los títulos de posgrados se duplicaron, pasando de 12% en el total de graduados entre 1960 y el 2000, a 24% entre el 2001 y el 2010. El crecimiento por grados fue: en especializaciones, de 156.517 a 315.697 graduados; en maestrías de 23.895 a 31.593, y en doctorados de 162 a 2817 (909 graduados en Colombia y 1.908 en el exterior).
Es igualmente importante señalar que existe vinculación laboral de los recién graduados (80% están en la economía formal).
El nivel del título determina la posibilidad de conseguir trabajo y el salario; los datos respectivos de vinculación laboral y sueldo son: doctores: 94,2% laborando y salario promedio de $5’249.673; mágister, 92,1% y $3’396.815, especialistas 91,3% y $ 2’701.503; universitarios, 77,4% y $1’441.180; tecnólogos, 75,9% y $1’057.062, y técnicos, 59% y $909.017.
Estos resultados afirmar la tesis de que vale la pena invertir en educación superior.
Sin embargo hay aspectos por mejorar. Y es que, aunque entre el 2000 y el 2010 las mujeres se titularon más que los hombres (54,4% frente a 45,6%), la brecha salarial ha aumentado; los graduados en el 2008 ganaban en el 2009 un sueldo promedio de $1.782.068, mientras que las graduadas $1.558.207, en el 2010 la diferencia aumentó; $1.958.232 para los graduados en el 2009 y 1.640.607 para las graduadas.
Aún hay rastros fuertes de inequidad en el mercado laboral.
Otro aspecto que el Gobierno y las universidades deben garantizar es que la evolución del número de graduados responda a los intereses individuales de los jóvenes y a las necesidades productivas del país.
Los jóvenes deben tener la libertad de estudiar lo que desean, pero también hay que evitar que haya un déficit de egresados en sectores fundamentales de la economía; entre el 2000 y el 2010 los graduados en ciencias básicas (1,6%) y agronomía, veterinaria y afines (1,4%) tienen una representación baja, mientras que los titulados en economía, administración y contaduría participan en un 30,5%.
Colombia no está promoviendo la titulación para maximizar la producción del agro, y el sector cuenta con un alto potencial.
En general, en la última década hubo un aumento en la profesionalización que posibilita la acumulación del capital humano que el país necesita para crecer y aprovechar la globalización; se ha recorrido un buen camino para llegar a ser un país de profesionales, especialistas, mágister y doctores.
Es cierto que el camino es largo, y aunque la tasa de cobertura bruta en educación superior es a penas del 37,2%, se está configurando una situación mejor.