Hace unos 75 años un país enfrentaba el odio de todo el mundo, especialmente por las acciones bélicas que estaba haciendo. Sin embargo, por grande que fuera ese desprecio, y en especial a su líder, esta nación iba creciendo económicamente de una forma extraordinaria, aunque solo fuera gracias a una industria armamentista.
Pero como en toda historia, hay un nudo y un desenlace. El primero se dio cuando después de mucho crecer, llegaron las ‘vacas flacas’ y la economía empezó a caer en picada, recibió todos los juicios posibles hasta quedar hundida en el peor de los estados posibles. A pesar de ello, el desenlace vino y el país surgió de entre las cenizas, apoyado por su gente, con optimismo y trabajo, con prácticas honestas y, sobre todo, con un gran sentido de pertenencia. Estoy hablando de Alemania.
En Colombia, durante las últimas semanas, la opinión pública, entre esta, académicos y representantes del Gobierno Nacional vienen dando un discurso sobre el pesimismo que vive actualmente el país, el cual algunos lo justifican y otros no. Pero no nos extrañemos, nuestra sociedad es así, diversa, pero de carácter pesimista, y llena de acciones por conveniencia. Es que tal vez no somos como Alemania (en lo bueno, claramente), empezando por que no tenemos una opinión pública optimista y no contamos con una política articulada en pro del país. Por ello, cabe preguntarse: ¿por qué seguir así?
Es momento de que nuestra perspectiva del país se articule con el desarrollo íntegro. Hay que ser críticos, pero no irreverentes. Es hora de tener una ciencia y una sociedad progresista, de percatarse que el 97,5 por ciento de la población tiene cobertura en salud (cifra al 2015), de hay una educación primaria cubierta al 89 por ciento (2014). Es la ocasión de ver cómo la pobreza en los últimos años se ha reducido, de advertir que el número de noticias sobre asesinatos ha bajado, es hora de notar que estamos en el camino de la paz. Entonces, contribuyamos a mejorar, a construir país, no más destrucción ni saboteo social.
Cabe aclarar que no estoy aceptando una ceguera o un silencio en la población. La situación es que podríamos estar mejor, pero también podríamos estar peor, entonces, trabajemos para estar mejor, para ser la Alemania latinoamericana, e incluso mejor que ellos. Llegó el momento de surgir, de ser diferentes y aportar, de criticar, pero sin sabotear al semejante. Qué diferente sería nuestra economía si hiciéramos la fila, si escucháramos en vez de callar al otro; que distinto sería todo si no se le hiciera la trampa al IVA, sin acomodar la declaración de renta, sin comprar contrabando, sin pasarse los semáforos. Esto es de todos.
Aunque duela escucharlo, leerlo y sobre todo aceptarlo, si la política está ‘mal’ es porque dichos políticos que nos representan –y de los cuales tanto nos quejamos– son digno reflejo de lo que es nuestra sociedad, de lo que somos nosotros. Es hora de construir sociedad, de cambiar, de tener un poco de optimismo.
Ricardo Rojas Parra
Economista - Profesor universitario
riropa@gmail.com
Un país de todos
Aunque duela escucharlo, leerlo y sobre todo aceptarlo, si la política está ‘mal’ es porque dichos políticos que nos representan.
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