La ley de Murphy dice que cualquier situación es susceptible de empeorar, y parece que por estos días se está demostrando su validez. No solo en Colombia, sino en el mundo entero las sorpresas no paran y la incertidumbre es la norma. Hace algunos meses titulé esta columna con el nombre de una película que tuvo éxito hace varios años llamada El mundo está loco, loco. Creo que me quedé corto, pues está es ‘de atar’.
Mencionaba en otra columna de mediados del año pasado, que lo que estábamos viviendo tenía sus semejanzas con lo que ocurría a comienzos del siglo XX, cuando el precepto global, que giraba alrededor de los imperios, hacía agua y su colapso terminó en las dos guerras mundiales que llevaron a las potencias a construir las instituciones que le dieron piso al orden universal de los últimos 70 años.
Se crearon las Naciones Unidas, los acuerdos de Bretton Woods, la banca multilateral, la Otan, la OMC, la Unión Europea, entre otras, y se fijaron unas reglas de juego que, con todo y sus problemas, han permitido la convivencia y la reducción significativa de las guerras que habían asolado la humanidad por siglos.
En estos tiempos, han ocurrido conflictos localizados, pero muy lejanos de las tragedias masivas del pasado. En lo económico, se han producido cambios importantes, y de una economía del bienestar, que predominó en Europa después de la guerra, y de un Estado intervencionista y activo en la ejecución, como fue el de la época del New Deal de Roosevelt, el mundo se fue desplazando al reinado de la economía de mercado y la globalización. El reaganomics, el thatcherismo, el Consenso de Washington y la escuela de Chicago, por mencionar solo algunos, son los elementos que han influido de manera sustancial en la definición de las reglas del juego recientes.
La población, sin embargo, ha seguido creciendo, así como sus necesidades, la tecnología y el mercadeo le ha permitido a todo el mundo conocer otras realidades y crear nuevas necesidades; y mientras un reducido grupo de habitantes se ha enriquecido de manera obscena, las frustraciones aparecen por doquier y se vuelven terreno abonado para las corrientes populistas, proteccionistas y estatistas, olvidando los problemas que estos enfoques han generado en el pasado.
En síntesis, parecería que ni un enfoque ni el otro resulta adecuado, per se, y se requiere una combinación de los dos. Tal vez es algo como lo que se plantea con la llamada Tercera Vía: “mercado hasta donde sea posible, Estado hasta donde sea necesario”.
El problema es que encontrar la mezcla adecuada y lograr una transición no traumática no va a ser fácil. Menos, cuando quien estaría llamado a liderar ese ajuste es precisamente uno de los protagonistas del cambio brusco hacia una posición extrema, como parece ser el caso del señor Trump.
Resulta inquietante que en una coyuntura mundial tan compleja, nuestro ‘establecimiento’ se encuentre en la confusión y polarización que tenemos, con lo cual se está abonando el terreno para uno de estos pretendidos mesías, que solo daño terminará haciendo a Colombia.
Ricardo Villaveces P.
Consultor privado
rvillavecesp@gmail.com
Está ‘de atar’
El ambiente a nivel internacional recuerda los colapsos de potencias acontecidos cien años atrás. ¿Habrá mayor inestabilidad?
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