Caminar por ciertas zonas de Bogotá como la Candelaria, por la ciudad amurallada en Cartagena, por el barrio San Antonio de Cali o, en fin, por cualquier zona que caracterice nuestras ciudades deja una impresión muy clara. El turismo internacional está descubriendo a Colombia.
Los que siguen empeñados en cuestionar los aspectos positivos de los acuerdos con la guerrilla tendrán que aceptar, finalmente, que para miles y miles de personas en diferentes países las cosas han cambiado positivamente en Colombia y ven un país incomparable en su belleza, de gente amable y con una variedad fascinante de culturas, climas y biodiversidad.
Tenemos un país maravilloso que ha estado al margen de los circuitos turísticos por cuenta del aislamiento que nos ha caracterizado. El Tíbet de América Latina, como nos llamó Alfonso López, un país con muy pocos migrantes y, por sobre todo, un país en guerra.
Pues bien, las cosas están cambiando y el turismo está llamado a convertirse en una fuerza motora de nuestro desarrollo. Es un generador de empleo muy importante y de actividad económica en muchos lugares que tienen muy pocas alternativas.
Es hora entonces de prepararse, pero también de ser conscientes de los aspectos negativos que nos puede traer para tratar de atenuar esos efectos.
Un país que vale la pena mirar para aprender de lo bueno y lo malo que puede traer este tipo de fenómenos es Portugal. Por años fue un país olvidado para el turismo y se le veía como un país atrasado hasta la famosa “Revolución de los Claveles” de 1974.
Marcado por la dictadura de 36 años de Antonio Oliveira Salazar pocos eran los que se interesaban por llegar allá. El retraso frente al resto de Europa era significativo y solo hasta 1986, cuando el país entra a ser parte de la Unión Europea, se empezó a dar una verdadera transformación en su infraestructura, en sus costumbres y en su apertura al mundo.
Hoy el turismo representa un poco más del 20% del PIB y recibe al año más de 30 millones de turistas destacándose por su número los rusos, los polacos y los chinos. Por segundo año consecutivo ha sido declarado Mejor Destino Turístico lo que le ha significado tasas de crecimiento superiores al 20% por año. Sin duda, estas han sido buenas noticias para la economía en su conjunto, pero una pesadilla para muchos de sus habitantes. La cantidad de visitantes amenaza a este país tan bello y con tanta historia a experimentar los mismos problemas que viven los de los lugares mas tradicionales en lo turístico que, como Barcelona, ha llevado a sus habitantes a movilizarse para buscar regulaciones de los visitantes que invaden los sitios más atractivos de su ciudad.
“De eso tan bueno no dan tanto” como dice el conocido dicho paisa. Es indiscutible que hay que aprovechar la oportunidad que nos abre el turismo, prepararnos para ello en temas como el servicio y los idiomas, pero también anticiparnos en diseñar políticas y mecanismos que mitiguen su efecto “depredador” y que termine siendo para muchos una maldición.