Cada cuatro años se cumple con la presentación del Plan de Desarrollo. En gran medida, terminan siendo, catálogos de buenas intenciones, pues las realidades desbordan siempre los propósitos y los imprevistos terminan cambiando las prioridades y la coherencia deseada. Si esto ha sido lo usual, en los años próximos la incertidumbre y las volatilidades de estos tiempos pueden introducir mayores dificultades. Dicho lo anterior, no se debe menospreciar, de modo alguno, la importancia que el Plan de Desarrollo tiene para el país, ya que, con carácter de ley, allí se definen prioridades, limitaciones y se abren oportunidades.
Con el título de ‘Todos por un nuevo país: paz, equidad y educación’, el Gobierno ha presentado lo que debería ser su carta de navegación para lo que resta de su gestión. Como es evidente, la propuesta gubernamental refleja las prioridades planteadas por el presidente al iniciar su mandato y que concluyen, entre otros, en temas como el de la necesidad de mirar al campo con otros ojos y darle una relevancia en la gestión del gobierno que no ha tenido por muchos años. El asunto es fundamental para lograr un país en paz, pero no se debe limitar a mirar el campo solo desde este ángulo, sino también desde el de las oportunidades que presenta para Colombia. Ser uno de los pocos países del mundo con capacidad de ampliar la frontera agrícola, contar con un gran potencial en agroturismo y biodiversidad es algo que se debe aprovechar, pues, más temprano que tarde, la demanda por alimentos recuperará su dinámica, los turistas querrán visitarnos y negocios alrededor de la biodiversidad tendrán gran dinámica, y el desarrollo de estas opciones toma tiempo y recursos.
Sin duda, es muy positivo el enfoque de privilegiar a los colombianos más vulnerables en el sector rural. Vías terciarias, asistencia técnica, distritos de riego, entre otros, son muy importantes, pero no se pueden dejar a un lado las posibilidades para la agricultura empresarial que es la que puede responder de manera significativa a las demandas mundiales en los próximos años. No se trata de propiciar subsidios indiscriminados, que tantos problemas crean, pero sí de que se creen condiciones para la capitalización del campo en los desarrollos de tipo empresarial. Líneas de crédito con plazos, tasas y periodos de gracia que se ajusten a las realidades de la actividad agrícola, fondos de garantías que hagan atractivo a los bancos comerciales acercarse al campo, buena información agroclimática para que operen mecanismos de gestión de riesgo, son, entre otros, elementos muy relevantes.
Capitalizar el campo por la vía de la mecanización agrícola es fundamental. No de otra forma se van a lograr las condiciones de competitividad requeridas en aquellos cultivos con posibilidades. Este es un tema que debe complementar las propuestas del Gobierno si se quieren aprovechar las oportunidades que se ofrecen para Colombia en los próximos años. Este debería ser un tema relevante para la Comisión Nacional de Crédito Agropecuario y para Finagro, pues por esta vía se pueden lograr importantes avances hacia un campo moderno y complementario del impulso que requieren los menos favorecidos.
Ricardo Villaveces P.
Consulto privado
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