El paro cafetero de principios del año concluyó en compromisos adquiridos por el Gobierno que, sin duda, representaron una gran ayuda para los cafeteros y, a su vez, una situación de preferencia al sector difícil de entender para el resto de los colombianos. Habría mucha tela de dónde cortar en el análisis del proceso y en el por qué se llegó hasta donde se llegó, pero, sin entrar en esas honduras, lo que es cierto es que el Gobierno destinó para los cafeteros unos recursos muy importantes que exceden, de lejos, lo que cualquier otro sector ha recibido.
La Federación de Cafeteros, por su parte, que nunca estuvo involucrada en el paro y siempre trató de canalizar las angustias por la vía institucional, ante las realidades originadas en el paro, optó por contribuir con su capacidad y conocimiento a ejecutar el programa aprobado por el Gobierno de la mejor forma posible, entendiendo que esto iba a mejorar la situación de todos los cafeteros. A su vez, fue consciente de que se trataba de recursos públicos que debían manejarse con la mayor pulcritud, pues los riesgos de fraudes eran grandes, y que debía aportar toda su capacidad para que esto no ocurriera. Lo mínimo, entonces, era verificar que las solicitudes de los productores por recibir el importante subsidio guardaran alguna razonabilidad con su potencial de producción, para evitar el reciclaje de facturas y la venta de café de contrabando que buscara recibir injustificadamente el significativo subsidio.
Pues bien, la aplicación de algunos controles mínimos ha sido utilizado como disculpa para argumentar incumplimientos del Gobierno por parte de oportunistas que actúan como cualquier chantajista cuando la víctima ha cedido la primera vez, y es pedir más y más sin importar las consecuencias. Si a esto se le suma la oportunidad que estas aspiraciones ofrecen a algunos con aspiraciones políticas, se entiende lo incomprensible de la situación, en la cual se amenaza con nuevos paros que no tienen justificación alguna. Se habla de que no todos los cafeteros han recibido el subsidio, como si todos tuvieran cosecha en la misma época o tuvieran las mismas condiciones.
En fin, lo que hay es un Gobierno que ha comprometido una suma muy importante de recursos para ayudar a los cafeteros y una entidad que ha demostrado que cuenta con las competencias que no tiene nadie más en el país para ejecutar un programa de una complejidad logística y operativa gigantesca, pues solo basta pensar que a la fecha se han procesado cerca de 2,5 millones de facturas para entender la magnitud del reto.
En esas condiciones es inaceptable que se hable de paros. No hay antecedentes de un Gobierno con el nivel de compromiso con el sector cafetero como el actual, ni de una institución como la Federación, comprometida con ejecutar un programa como este, de forma eficiente y responsable para evitar un descalabro con el manejo de recursos públicos tan importantes. No hay derecho, entonces, que el país quede en manos de oportunistas que no muestran límites en sus aspiraciones.
Ricardo Villaveces P.
Consultor privado
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