Difícilmente se encuentran antecedentes en la historia colombiana de un desastre natural de las características del presente invierno: por una parte, debido a la severidad de los daños causados y, por la otra, al alcance de los mismos, tanto en términos geográficos como poblacionales.
Son millones los damnificados regados a lo largo y ancho del país, los daños en la infraestructura son inmensos y de todo tipo, y lo que es más preocupante, el nivel de saturación de los suelos y de resistencia de jarillones, taludes y demás se acerca cada vez más a puntos críticos que, de seguir las lluvias como parece ser lo más probable, hará aún mucho más grave el grado de la tragedia.
Al igual de lo sucedido a Piñera con el terremoto, o a Obama con la crisis económica, a Santos le toca afrontar un evento completamente imprevisto que pone en jaque su programa de gobierno al obligarlo a dar prioridad a un suceso inesperado y de ineludible atención.
Si bien es cierto que esta situación puede dar lugar a múltiples inconvenientes, no es menos cierto que, manejada correctamente, se puede convertir en una gran oportunidad para que se promueva y consolide la solidaridad y para tomar medidas que venían pendientes desde hace muchos años, como son las relacionadas con la reestructuración de la corporaciones autónomas, que mucho tienen que ver con lo que está ocurriendo.
Es además un momento para que el Presidente fortalezca su liderazgo y logre transmitir, ahora más que nunca, lo acertado de su enfoque de unidad para un país que tanto la requiere. Hoy es el día de trabajar unidos, en equipo y de dejar a un lado los conflictos y las diferencias, pues lo que el país necesita son propósitos nacionales y un líder que nos convoque.
Santos lo está haciendo y unos más, otros menos, en general, Colombia está respondiendo a la necesidad de avanzar. Es de destacar, por ejemplo, la efectividad del Congreso, que sacó adelante en esta legislatura la mayor parte de las iniciativas presentadas por el Ejecutivo, a pesar de que muchas de ellas generaban serias inquietudes entre algunos congresistas reacios a comprometerse con temas tan complejos, pero de tanto alcance, como los de la reparación de víctimas y la restitución de tierras.
Así como Piñera ha logrado en Chile consolidar su liderazgo gracias al buen manejo dado a los problemas, el Presidente puede aprovechar para seguir alineando al país en la búsqueda de soluciones a los grandes problemas pendientes como el de los retrasos en infraestructura, las modificaciones estructurales a la salud, las pensiones y al sistema tributario.
Estos desafíos se podrán superar en la medida en que el país rodee de forma monolítica a su presidente, y la superación de una tragedia como la del invierno puede ser la oportunidad para consolidar la unidad nacional que se busca para seguir progresando.