La situación, retos y perspectivas de los países emergentes, entre los cuales figura Colombia, han sido centro de atención tanto en las reuniones anuales del FMI como de la revista The Economist. Según lo precisa esta publicación, los países emergentes comprenden un grupo heterogéneo de naciones “que no son demasiado ricos ni demasiado pobres y que no se encuentran cerrados al capital extranjero”, queriendo, quizás, decir con esto último que están algo abiertos a la economía mundial y que su manejo económico se guía, en gran parte, por las fuerzas del mercado.
Posteriormente, los clasifica en tres grandes grupos: los de mayor nivel de ingreso, que incorpora algunos del Oriente Medio (como Emiratos Arabes), otros del Este Asiático (Corea del Sur y Taiwán), algunos europeos de la antigua Cortina de Hierro (República Checa, y Chile como único de América Latina. En el segundo grupo de niveles de ingreso un poco menores están por Latinoamérica Brasil, México, Perú y Colombia, así como Rusia y China. En el tercer grupo figuran algunos países grandes del Asia, India y Pakistán, y Egipto y Filipinas.
En términos de importancia económica, la revista destaca que su participación conjunta en el PIB mundial pasó de representar 10 % a finales de los años 80 a cerca del 40 % en la actualidad, lo que significa que son los de mayor crecimiento y los que están haciendo un gran esfuerzo por convergir a los niveles de ingreso de los países más avanzados, aunque sin lograrlo plenamente, pues enfrentan los retos de lo que denomina “la trampa del ingreso medio”.
Para el 2017 y el 2018 los pronósticos del World Economic Outlook o WEO, del FMI, señalan que la tasa de crecimiento para el conjunto de estos países, incluyendo las de las economías menos desarrolladas, se estima será del 4,6 y 4,8 % anual, más del doble de lo previsto para los países más avanzados, cuya tasa se estima en 2,2 por ciento en el 2017 y 2,0 en el 2018. En particular, se destaca la tasa anual de crecimiento de los emergentes de Asia, que se proyecta en 6,5 % anual para esos dos periodos.
Lo que es más importante son las recomendaciones de política que esboza tanto el informe del FMI como el de The Economist para lograr que estos países puedan seguir en su esfuerzo por convergir a los niveles de ingreso de los más avanzados. El FMI recomienda adoptar reformas para incrementar la productividad, y políticas que hagan que el crecimiento sea más inclusivo. Igualmente, destaca la inversión en infraestructura, el desarrollo institucional y una profundización de la apertura comercial. The Economist, por su parte, hace énfasis en temas como evitar la polarización política, fortalecer la industrialización y evitar el proteccionismo. Pueda ser que nuestras autoridades políticas y económicas estudien estos documentos.
Lograr una tasa sostenida de crecimiento del 5 % anual requiere de todas estas reformas y otras propias de nuestro país, además de la puesta en marcha de las inversiones en carreteras de cuarta generación y una política de tierras amigable con el desarrollo agroindustrial, así como el fortalecimiento de la justicia, la lucha contra la corrupción, el desarrollo del mercado de capitales, la sustitución de cultivos ilícitos y la modificación del régimen pensional.