La semana anterior, el Dane dio a conocer el dato oficial de la tasa de crecimiento de la economía en el 2017, que resultó ser del 1,8 por ciento, ligeramente superior a la mayoría de los pronósticos que estimaban sería entre el 1,6 y 1,7 por ciento. Los sectores de mayor crecimiento fueron la agricultura (4,9 por ciento), los establecimientos financieros y seguros (3,8) y los servicios sociales, comunales y personales (3,4), los cuales jalonaron el crecimiento de la economía colombiana. Las ramas de actividad que presentaron variaciones negativas en el 2017 fueron la explotación de minas y canteras (-3,6 por ciento), industria manufacturera (-1,0), construcción ( -0,7) y transporte (-0,1).
Lo que se quiere resaltar aquí son los problemas relacionados con la composición o estructura del crecimiento por sectores de la actividad económica. Aunque luce, en principio, positivo que la agricultura haya sido el sector de mayor crecimiento, probablemente este auge no es permanente, no es debido al proceso de paz, y es una respuesta coyuntural a una mejor situación climatológica al superarse el fenómeno de la sequía del año anterior. De otro lado, si bien es entendible que la minería haya continuado registrando crecimiento negativo, dado los precios del petróleo registrados hasta el año anterior, preocupa que sectores fundamentales como construcción, industria manufacturera y comercio estén mostrando tasas de crecimiento negativas.
Al respecto, cabe resaltar lo sucedido con la construcción, en la cual, mientras las obras civiles dieron un impulso al alza del PIB con un incremento del 8,7 por ciento anual, a la vez, las edificaciones, que incluyen construcción de vivienda, cayeron 12,4 por ciento. De otro lado, según el Dane, en el 2017 solo 13 de las 39 actividades industriales presentaron variaciones positivas en su producción real y estas estuvieron vinculadas principalmente con la coquización y refinación de petróleo, con 4,9 por ciento, posiblemente debido a la actividad de la Refinería de Cartagena. Pero, resulta particularmente preocupante que entre las industrias que aportaron de forma negativa a la variación de la producción real de la industria, figuren la elaboración de bebidas, con -4,5 por ciento, y la confección de prendas de vestir, con -8,6 por ciento. Con relación al comercio, el reporte correspondiente del Dane señala que en el 2017 las ventas reales del comercio minorista registraron una variación anual de -0,9 por ciento. Al respecto, las líneas que aportaron negativamente a la actividad comercial fueron vehículos automotores y motocicletas, con -7 por ciento, y repuestos, partes, accesorios y lubricantes para vehículos con -7,3 por ciento.
La reflexión que se quiere dejar consignada en esta columna es que si bien es cierto que la tasa de crecimiento del PIB en el 2017 fue ligeramente superior a la prevista, y que probablemente en el 2018 se presente una recuperación, pues, según los analistas, el crecimiento del PIB podría alcanzar entre 2,4 por ciento, estimado por Fedesarrollo y Anif, y hasta 3 por ciento según el FMI, la realidad es que estos pronósticos pueden ser difíciles de lograr. En efecto, lo observado en el 2017, en términos de la estructura del crecimiento por sectores de la actividad económica, genera preocupaciones y retos futuros que se deben plantear, entre estos, cómo sostener la tasa de crecimiento del sector agropecuario y cómo hacer crecer la construcción de vivienda, la industria manufacturera, el comercio y la minería.