RECTIFICACIÓN
En mi columna titulada Yerba mala y chantajista', de febrero de 2019, afirmé que Adolfo Herrera Monsalve no podía licitar porque había sido condenado por estafa a sus trabajadores y por falsedad en documento público, y condenado a cárcel por el segundo delito. Así mismo afirmé que desenfundaba pistola cuando le reclamaban haberes y llevaba años eludiendo medidas de aseguramiento. Me retracto de lo dicho. Se anota, sin embargo, que informaciones de 'Caracol' y de 'El Espectador' de agosto del 2012 sobre exactamente los mismos hechos no fueron rectificadas.#
COLUMNA ORIGINAL
En Cartagena, la mala yerba retoña abonada por el estiércol de la corrupción. En días pasados, se ha dado el bochornoso espectáculo de un rastrojo lanzando polen envenenado. La historia se remonta a noviembre último cuando, en un corte tajante de prácticas nefandas, se adjudicó limpiamente una licitación para el servicio de aseo en las escuelas del Distrito. Insólito.
Licitaciones de aseo, o de arreglo de aulas, o de la alimentación de los niños, o de lo que se les ocurra, han sido empanada con huevo para los dueños del país político local. Ellos, sin pudor, se las han venido turnando a dedo con sobrecostos desde tiempos inveterados. La entereza del alcalde Pedrito Pereira se ha convertido en una amenaza para la tradición ‘dedística’.
Ahora bien, entre las propuestas para la referida licitación de aseo, se recibió, con otras seis, una de Adolfo Enrique Herrera Monsalve por persona interpuesta –su hermana Mirna Herrera Monsalve, representante legal de All Cleaning S.A.S.–. El sujeto no podía licitar directamente porque ha sido condenado por estafa a sus trabajadores y falsedad en documento público (a seis años y cinco meses de cárcel por el segundo delito). Herrera desenfundaba la pistola ante quien iba a reclamarle sus haberes. Es literalmente conocido de autos. Hace algunos años, a nombre propio, con su empresa Chemical Products, había ganado un contrato por seis mil millones cuyas irregularidades fueron denunciadas por el Personero y el Contralor de Cartagena. Esta vez, la propuesta de los Herreras quedó eliminada por no cumplir requisitos. Pero es yerba mala que retoña, tras oculta mampara protectora.
Se comenta de una sólida relación entre el sujeto Herrera y Vicente Blel, quien a pesar de haber sido condenado por ‘parapolítica’, y haber sido, quizá, injustamente asociado con el narcotráfico, es un pilar de la política tradicional en Cartagena y Bolívar. Su hija, magnífica, es senadora y su hijo se retiró del concejo para aspirar a la gobernación. El agitar de Blel ha sido siempre discreto y su actuar lleno de terceras personas. Se dice que Herrera es ahora útil para aplicar correctivos a las heterodoxas prácticas de Pedrito, quien se aparta del camino trillado; una amenaza por prohijar licitaciones abiertas, sin direccionamientos.
Alegando pretextos banales, la consabida hermana Herrera ha denunciado al Alcalde, a la Secretaria General y a los demás miembros del comité adjudicador por haberse inclinado por la mejor oferta. La intención es obvia, desprestigiar el programa bandera del alcalde: licitaciones transparentes con múltiples proponentes. Herrera, el campeón de la impunidad, que lleva años evadiendo medidas de aseguramiento, es ahora, aupado desde la penumbra, el instrumento para amargarle la vida a Pedrito. Los del chantaje tienen poco que perder, puesto que raramente se aplican sanciones a las demandas temerarias. Es una sinvergüencería que consiste en apalear a los buenos desde los estrados judiciales, con lo que eso puede significar en Colombia, con el ánimo de doblarles la cerviz.
Los franceses se las vieron a gatas contra don Sancho Jimeno, el héroe de la defensa de Bocachica en 1697, pero años después la justicia vino a tocar a su puerta demandándole por supuestas coimas galas. Hombre rico y envidiado desde antes del Sitio, los malandros que entregaron la ciudad lo engrillaron y encerraron en la chirona.
RODOLFO SEGOVIA
Exministro - Historiador
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