El Ministerio de Educación dispone de los recursos necesarios para poner en marcha un gran plan nacional de nutrición, ofreciendo tres comidas diarias (almuerzo y dos refrigerios) en los colegios que en el futuro tendrán jornadas cada vez más largas. La decisión que tiene que tomar es si centraliza el sistema o si lo descentraliza totalmente y lo pone en manos de los colegios y las comunidades. También tendrá que decidir si lo extiende a cubrir colegios privados que atienden a jóvenes de estratos bajos.
Los dos sistemas funcionan en otros países. Probablemente, este desempeño depende de la organización política y comunitaria de cada región, del capital social y de su calidad. En Colombia, ya estuvo centralizado el sistema bajo la responsabilidad del ICBF y durante algún tiempo funcionó bien. El Ministerio de Educación lo reclamó hace algunos años y ha tenido dificultades, muy especialmente porque los barones políticos presionan para que los contratos de suministro se los adjudiquen a sus fichas y porque el botín es enorme. Mientras en Colombia impere el sistema político clientelista, un modelo centralizado a nivel nacional o dependiente de los gobiernos locales y de licitaciones públicas está destinado a ser capturado por la politiquería y a quedar en manos de burócratas incapaces, sin sentido de la oportunidad.
La alternativa, que no es fácil y requiere un gran esfuerzo organizativo y voluntad política infranqueable, sería dejarlo en manos de las comunidades escolares compuestas de padres de familia, rectores, docentes y alumnos y las instituciones del entorno que funcionen, que en algunos casos puede ser la parroquia, en otros la ONG dominante en la región o las asociaciones de acción comunal. También convendría involucrar a las cajas de compensación, algunas de las cuales ya están operando cocinas escolares o suministran los alimentos. Estas y las ONG regionales serían los operadores de última instancia en los casos en los que las comunidades no logren organizarse adecuadamente.
La labor del Ministerio estaría orientada a financiar, orientar, supervisar y apoyar a los colegios con entrenamiento a los operadores de cocinas escolares –que podría estar a cargo del Sena–, educación sobre nutrición e higiene a los cocineros y procedimientos para la adquisición de alimentos a nivel local. Lo más difícil es organizar a la comunidad para que coadyuve en el esfuerzo, involucrando a los productores, comerciantes, a las instituciones de los gobiernos locales y las privadas con o sin ánimo de lucro que operan en el territorio.
Así como la tarea es muy exigente desde el punto de vista de organización y control, el beneficio que trae consigo es enorme, pues crea empleo y demanda de la producción local de alimentos, además, es una actividad que acerca a las familias al colegio y alrededor de la cual se puede fortalecer el tejido social de la comunidad, como ha sucedido en donde se ha ensayado exitosamente delegar en la comunidad escolar y en su entorno la alimentación escolar (Cecudec, en la localidad de Jerusalén, en Ciudad Bolívar, o el Instituto Experimental del Atlántico José Celestino Mutis (IEA), en Barranquilla, por ejemplo).
Rudolf Hommes R.
Exministro de Hacienda
rhommesr@hotmail.com