Llama así al pueblo francés Marine Le Pen, candidata del Frente Popular, partido de ultraderecha, caracterizado por su populismo. Reflexionando sobre el ‘posacuerdo’ en Colombia, surge la preocupación de que no hay duda de que la polarización entre las facciones pro y contra va a persistir, cualquiera que sea el resultado de este proceso.
El estado actual del panorama nacional es uno de incertidumbre económica, de pérdida de confianza en sus instituciones y de desconcierto político. Si los partidos no se ‘pellizcan’ (como dice el adagio popular) y ofrecen fórmulas de convivencia, además de soluciones a los problemas de Estado, que permitan avanzar para resolver encrucijadas de toda índole que entorpecen el desarrollo económico y social, podrían caer fácilmente en el discurso y promesa de movimientos populistas –sean estos de derecha o de izquierda– que atenten contra el bienestar nacional.
Si bien nuestra democracia está lejos de ser perfecta, aún es una sólida barrera que impide el desvío de la forma de gobierno de un Estado de Derecho (así mismo imperfecto).
La forma de vida y los valores societarios que prevalecen hoy, van a sufrir las consecuencias del ‘pos acuerdo’, independientemente del resultado del mismo. En ese estado de cosas, las élites van a ser culpadas de la frustración de las masas; estarán las masas maduras para buscar un ‘caudillo’, un gobierno autoritario que dirija al país a un rumbo diferente, que ellas vean como solución a sus problemas.
Por todo, del planeta surgen personajes que se perciben inicialmente como fenómenos marginales. Casos obvios, los de Estados Unidos, Austria, Polonia y España, recientemente. De esta forma, el normal desarrollo de las instituciones se paraliza.
Colombia no está ‘blindada’ del daño que pueden ocasionar fuerzas políticas extremas que permitan surgir movimientos populistas. Estos pueden, fácilmente, arrollar a los partidos políticos actuales. La sociedad debe reaccionar a tiempo para organizar un juego político que atraiga participación ciudadana proactiva que logre definir alternativas de poder y aclaren el futuro, el cual hoy parece incierto.
La gente manifiesta serio descontento con la clase política y con las instituciones que representan. No hay razón alguna para pensar que Colombia es una excepción a la regla que prevalece en el mundo sobre el surgimiento de movimientos antiestablecimiento.
Los llamados ‘invisibles y olvidados’ pueden sorprender a la sociedad, a menos que esta asuma la responsabilidad que le corresponde de enfrentar positivamente los desafíos del ‘posacuerdo’.
Salomon Kassin Tesone
Socio de Penta Asesorías Financieras
Skassint@penta.com.co
‘Los invisibles y los olvidados’
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Salomón Kassin Tesone
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