Desde la época de la estructura jurídica de las civilizaciones griega y judía, aquellas que inspiran la ética cristiana, que es la que prevalece en la cultura colombiana, solo, excepcionalmente, hay ocasiones en las que es obligatorio requerir un voto unánime para determinar acciones a tomar. Por esto resulta extraña la tendencia que nos aqueja en Colombia a rechazar un diálogo ordenado entre personas que tienen diferentes puntos de vista e ideologías. Pareciera que las partes se ven como poseedoras de la verdad revelada, postura propia del pensamiento fundamentalista.
El economista Giles Wilkes dice: “nadie aprende meramente leyendo las conclusiones. Es en el espacio entre posiciones encontradas que surge el entendimiento como consecuencia de la síntesis de pensamientos contrarios”. La discusión sobre el plebiscito debería permitir que, con respeto mutuo, cada parte exprese libremente su opinión, sin satanizar a la contraparte para obtener votos que le den la victoria.
Creo que son legítimas las dos posiciones enfrentadas. Desde el comienzo, en los tratados que formaron nuestra civilización, existen dos aproximaciones al castigo por cometer actos delictivos. Una escuela de pensamiento, los ‘halcones’, defiende por encima de cualquier consideración que el perpetrador del delito tenga las máximas penalidades que permite la ley; y otra, la de las ‘palomas’, piensan que el encarcelamiento y la pena capital, en ocasiones, hay necesidad de obviarlas por causas excepcionales.
El debate viene así de tiempo inmemorial. Si este se lleva con respeto mutuo, se dirime por medio de una votación, sea la de un jurado múltiple o, como en el caso del plebiscito, por medio del voto popular. Es así como en la tradición judía para proceder a darle a un acusado la pena capital, se requiere un voto unánime del cuerpo colegiado, siempre y cuando para llegar a que el voto sea unánime, dos vertientes presenten sus argumentos sobre si se requiere ser más o menos severo, y esto se resuelve por los votos de la mayoría en el cuerpo colegiado (Sanhedrin).
Mi posición es la de ‘paloma’. Defiendo el indulto en casos excepcionales y la creación de un esquema de justicia transicional. Esta no es, contrario a lo que pretenden algunos, un tipo de justicia ‘especial’. Es más bien una aproximación de la consecución de justicia en tiempo de transición de conflictos y se aplica solo de forma excepcional. Con amigos y conocidos he podido entablar un diálogo constructivo alrededor del tema. Sin embargo, la mayoría de los comentaristas en los medios lo hace con un talante desconocimiento de la legitimidad de la postura contraria, atacando los unos con acusaciones de traición y entregados al castrochavismo, y los otros con las de asesinos o insensibles al dolor ajeno. Los españoles les dirían que “hay que guardar las formas”.
En Colombia no ha sido posible regular un estatuto de oposición. Esto dice mucho. El pensamiento de que se requiere llegar a decisiones unánimes es propio de regímenes autoritarios. No tienen cabida en una democracia representativa. Esta es la que predomina en el país. Democracia, si no perfecta, contrasta con regímenes como el de Venezuela. Colombia se debe preparar para enfrentar los resultados de la consulta plebiscitaria. Así como las partes enfrentadas van a aceptar la decisión que arroje la mayoría de los votantes. Algunos postulan posiciones negativas y destructivas en caso de que su posición salga derrotada de la contienda electoral; esto no puede dejar de preocuparnos a todos los colombianos.
Escribo esto desde la visión de quien ha experimentado, desde que tiene uso de razón, la condición de minoría. He vivido como tal mi vida y, hasta la fecha, con muy contadas excepciones, no he sentido mayor atropello por parte de la mayoría imperante. Es lo que me hace optimista sobre que esta tendencia nociva del unanimismo será el comportamiento de una pequeña minoría de mis compatriotas.
Salomon Kassin Tesone
Banquero de inversión
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Unanimismo
Resulta extraña la tendencia que nos aqueja en Colombia a rechazar un diálogo entre personas que tienen diferentes puntos de vista e ideologías.
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