Parafraseando a Bill Clinton, pienso que los colombianos debemos ‘internalizar’, de una vez por todas, que el futuro está en el campo.
Así mismo, entender que muchos de los males que han perpetuado la pobreza, la desigualdad y la violencia han sido causados sustancialmente por el total abandono y desinterés de sucesivas administraciones centrales por el campo y por el campesinado colombiano.
Vale la pena anotar que, además de hacer un contraste entre lo urbano y lo rural, hay una Colombia rural andina y una en la planicie. La andina dio un ejemplo de cómo el minifundio puede crear un buen vivir para familias campesinas, pero la caída del Pacto Mundial del Café y la consecuente pérdida de importancia de la Federación de Cafeteros hizo que, lamentablemente, haya hoy nietos de pequeños propietarios trabajando como peones en las fincas de sus abuelos. Esto es una señal de deterioro social que crea enormes conflictos.
Entonces, nos vemos con que en el campo en la planicie realmente la presencia del Estado es mínima. La física nos enseña que los espacios vacíos se llenan rápidamente. Esto llevó a que se apoderaran del campo sucesivos grupos milicianos y guerrilleros cuya última versión son las Farc.
Estoy convencido de que hay,por múltiples razones, una oportunidad para que se revierta esta política y permita emerger una economía pujante y diversificada de explotación agrícola, tanto corporativa, como cooperativa, y de agro industria. Esto traerá empleo y prosperidad a todo el territorio colombiano, rural y urbano.
Por lo anterior, a pesar de que encuentro que los colombianos que votarán por el NO tienen argumentos respetables para hacerlo, yo, el domingo, venciendo mi natural escepticismo, voy a votar por el SÍ.
Voy a hacerlo porque creo que vendrá un ajuste en las diferencias marcadas y la inequidad, tanto entre el campo y la ciudad, como en ellas individualmente, y que esto permitirá la construcción de una Colombia incluyente, próspera.
Porque no será fácil en un futuro encontrar un grupo de colombianos tan generosos con su tiempo, tan rectos y dedicados, que se presten a un sacrificio como el que han hecho el grupo de negociadores por el Gobierno en La Habana.
Porque le hemos dado muchos años para que el Estado gane la guerra y consiga la paz. Ahora, hay que darle la posibilidad al desarme de conseguirla.
Porque lo perfecto es enemigo de lo bueno, y un mal arreglo es mejor que un buen pleito.
Para que los pobres combatientes de lado y lado puedan aspirar a una vida con un futuro mejor para ellos y para sus familias.
Para que el legado de mi generación sea uno de esperanza y de concordia en un país con un potencial inmensurable.
El conteo de votos del plebiscito coincide con el comienzo del Año Nuevo judío. Espero, con ansiedad, que este año señale el comienzo de una Colombia fuerte, justa, equitativa y en paz.
Salomon Kassin Tesone
Banquero de inversión
skassint@penta.com.co
¡Es el campo, estúpido!
A pesar de que encuentro que los colombianos que votarán por el NO tienen argumentos respetables para hacerlo, yo el domingo, voy a votar por el SÍ.
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