Los recurrentes ajustes en las previsiones sobre el desempeño económico para el 2015, las huellas derivadas de la coyuntura del precio del petróleo y las debilidades en materia de inversión, se han convertido para los analistas en un campo de apuestas, diagnósticos y propuestas sobre lo que el país requiere para salir bien librado de las adversidades.
En ese contexto es natural priorizar los avances en productividad y competitividad de sectores que imprimen gran valor agregado a la economía y que soportan el empleo y la inversión. Se habla de retomar la senda de la cadena agroindustrial como fuente de oportunidad en los mercados externos, y de forma estructural replantear estrategias para recuperar el terreno perdido en el sector manufacturero e industrial del país. Las cifras de cuentas nacionales muestran que la participación de la industria manufacturera en el Producto Interno Bruto se ha reducido en nueve puntos porcentuales en las últimas décadas, pasando de 21 por ciento en 1975 a 12 por ciento en el 2014.
Más allá de juzgar si esto responde a un proceso de desindustrialización o a una recomposición del aparato productivo colombiano, lo importante es recordar que la industria es el cuarto mayor empleador del país, representando 12 por ciento de la mano de obra, con 2,7 millones de ocupados; y en ese sentido se hace fundamental darle el impulso necesario.
Continuamente se reconoce la importancia de la construcción de vivienda en los frentes social y económico, y parecería una verdad obvia decir que en la construcción hay grandes oportunidades para impulsar la demanda de productos industriales; sin embargo, vale la pena recabar en el potencial que tiene la actividad edificadora para jalonar los sectores industriales. Un reciente estudio publicado por el Departamento Nacional de Planeación sobre encadenamientos y clústeres en la economía colombiana aporta evidencia científica sobre el potencial del sector de la construcción como soporte al aparato productivo nacional y, por ende, a la industria proveedora de insumos.
El primer hallazgo de este análisis es que la construcción de edificaciones es una actividad categorizada en el grupo de los fuertes encadenamientos hacia atrás, es decir, amplia demanda de insumos y servicios. El segundo tiene que ver con que en su relación con la industria, la construcción forma el tercer clúster de mayor importancia para la economía colombiana, con una participación de 16 por ciento en el Producto Interno Bruto y con la articulación en ese clúster de 13 ramas de producción que van desde los minerales no metálicos, maderas, metalurgia, maquinaria, hasta mobiliario y transporte.
En aras de dar pasos en la dirección correcta para impulsar a la industria en el actual contexto económico, se debe entender a la construcción no solo como un instrumento anticíclico de gran capacidad de respuesta, sino como el terreno para plantar una semilla de reindustrialización, abonada mediante impulso a la demanda interna de insumos de construcción, el aumento en la utilización de la capacidad instalada de las firmas y la sostenibilidad del mercado de vivienda y de construcción de edificaciones no residenciales. En buena hora, la política de vivienda está haciendo lo propio para proveer la vivienda social, ahora es necesario dar una mirada a los demás segmentos de cara a construir, con las edificaciones, una fuente de reindustrialización en Colombia.
Sandra Forero Ramírez
Presidenta ejecutiva de Camacol