El proceso de selección natural ha permitido durante millones de años la evolución de especies que viven de otras, sin tener que hacer mayor esfuerzo para su propia subsistencia. Lo único que deben hacer los huéspedes es esperar que los anfitriones produzcan su alimento y aprovecharse de él. El parasitismo es parte de la cadena alimenticia y existe desde la misma creación. No hay que entrar en discusiones teológicas o científicas, pues es una realidad desde donde se le mire. El parasitismo es el oficio más antiguo del mundo.
Los parásitos pueden ser animales, plantas, bacterias, virus u hongos. Cualquier ser vivo puede tomar el camino del parasitismo y volverse eterno dependiente de su anfitrión. Existen también casos de hiperparasitismo, es decir, aquellos en los cuales un parásito se convierte a su vez en alojador de un tercero que le roba su vitalidad, por lo cual el ciclo se torna más agresivo y el receptor original debe garantizar su propia subsistencia y la de una cadena de seres que cuelgan de él.
Contra el parasitismo se ha inventado todo tipo de instrumentos y prácticas que permiten mantener la buena salud, mejorar la productividad de los rebaños y cosechas y erradicar organismos perjudiciales para el bienestar. Desde dietas sanas y limpieza de los alimentos, como medidas preventivas, hasta muy agresivos tratamientos de destrucción con químicos, que tienen efectos secundarios impredecibles, o incluso fuego para aniquilar las plagas que se vuelven resistentes o violentas cuando sienten amenazada su vida fácil.
No obstante, no ha habido una lucha exitosa contra el más virulento de los parásitos: el mismo hombre. Conductas criminales como el robo, el secuestro y la extorsión caben todas dentro de este comportamiento, que hace que los ‘vivos’ vivan de los madrugadores, emprendedores o simplemente rebuscadores, que por iniciativa propia o por cuestión de supervivencia salen todos los días a producir el milagro de la economía.
Estos parásitos, según W Radio, están por todo Bogotá, organizados en quince pandillas mafiosas, que cobran a comerciantes más de dos millones de pesos al mes por ‘arriendo’ del espacio público, es decir, aquel que nos pertenece a todos y cuya responsabilidad es exclusiva de la administración distrital y de la Policía, como organismo de imposición de las normas y de la convivencia social. Según la emisora, su noticia se basa en un serio estudio de las “autoridades”, que incluso tienen identificados a varios de los parásitos detrás de estas prácticas delictivas.
"Se debe fijar como prioridad la socialización del problema, que poco se denuncia por desconfianza en la autoridad o porque la impunidad es absoluta.”
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Si ya están identificados, como dice la crónica, por ellos, pues muy pronto se multiplicará el número de parásitos. Los farianos que no se vayan para el Eln, como lo están haciendo desde ya, pronto encontrarán oficio en las filas de la extorsión. La recién revelada cifra de desempleo, que vuelve a ser de dos dígitos, augura que no habrá trabajo productivo para los que dejen el narcotráfico.
Tanto el Gaula, como la recién creada Secretaría de Seguridad de Bogotá, y el mismo alcalde Peñalosa, deben fijar como prioridad la socialización del problema, que poco se denuncia por desconfianza en la autoridad o porque la impunidad es absoluta. Y deben emprender acciones concretas que permitan desarticular y eliminar estas redes. De lo contrario, volveremos a oscuras épocas en las cuales el emprendimiento murió y la economía se frenó por la propagación de los parásitos.
Sergio Calderón Acevedo
Economista
sercalder@gmail.com